Alrededor de la 1:30 de la tarde del 10 de septiembre de 2003, comenzó una historia de dolor para muchos habitantes del municipio de Chita, en el norte de Boyacá. En esa población un campesino se vio obligado a llevar un caballo cargado con explosivos al parque principal.
Como de costumbre, el animal, que estaba entrenado para ser descargado todos los días en el mismo punto, llegó hasta una calle del municipio de Chita sin despertar sospecha alguna para los habitantes. Sin embargo, poco después, el caballo explotó en un sitio conocido como La Cadena, causando la muerte inmediata de ocho personas, dentro de ellas, un menor de edad.
Producto del ataque, otros 15 ciudadanos resultaron heridos y tuvieron que ser trasladados a otros municipios para recibir atención médica.
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Hoy, 20 años después de la tragedia, familiares de las víctimas siguen a la espera de la verdad, respuestas que les aclare lo sucedido ese 10 de septiembre.
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Mayerly Alejandra Puentes, quien perdió a su padre en la tragedia, recuerda que estaba en el colegio cuando escuchó el estallido. Ella y sus compañeros iban entrando a clase y de repente todos los vidrios de la escuela quedaron destruidos.
Su papá tenía una tienda en la cuadra donde estalló el caballo, él solía sentarse en una silla a la salida de su establecimiento comercial para recibir el viento y ver a la gente pasar. Ese día, las esquirlas que resultaron de la explosión se le incrustaron en el cuerpo y perdió la vida en el lugar: “Ha dejado un vacío muy grande, todas las hermanas hemos dicho que él es nuestro anhelo”.
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La fatalidad del destino unió a varias personas que perdieron a sus seres queridos ese mismo día. Diomira Córdoba enviudó teniendo dos hijos pequeños, un niño de 3 años y una niña de 7 meses, que con esfuerzo tuvo que criar sola.
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Dentro de las víctimas también había un menor de edad que, en ese momento, había ido a la tienda para comprar un lapicero. Su mamá, Nelly Olivares, recuerda con dolor ese día como si fuera ayer: “Ni con la muerte lo olvidaré. No tengo palabras, porque hubiera preferido tener a mi hijo, así hubiera quedado como hubiera quedado y mirarlo todos los días de mi vida”, aseguró.
Entre lágrimas, las personas recuerdan que decenas de viviendas quedaron destruidas y el pánico rápidamente se apoderó de ellos: “A mí me cogió pánico de nervios, me cogió llanto. Yo salí y miré y ya eso era un desastre completo”, relató Concepción Gómez de Jaime.
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La Fiscalía General de la Nación atribuyó el ataque al frente 45 de las extintas FARC, identificando a María Ubaldina como primera responsable. Y a los conocidos hermanos Alarcón como partícipes del atentado. Hoy, familiares de las víctimas reclaman la verdad y una reparación justa.
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