Tristeza y dolor es lo que se refleja en el rostro de la familia, amigos y compañeros del sargento Javier Enrique Solano, que murió en el incendio en Barranquilla que inició el miércoles 21 de diciembre en la zona industrial y aún no ha podido ser controlado.
Óscar Solano, padre del bombero fallecido, contó que desde niño quiso dedicarse a ese oficio.
“A él se le dio por decirme ‘papá, yo voy a ir a los bomberos, yo quiero apagar incendios’, y yo le decía ‘no te metas en eso, eso es muy peligroso’”, narró.
Pero “cuando él se puso el vestido de bombero yo dije ‘ya qué puedo hacer, no puedo hacer nada, me tengo que quedar contento y orar por él para que no me le pase nada’”, añadió.
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Edwin Pacheco, uno de los compañeros del sargento Javier Enrique Solano, afirmó que era “una persona dedicada, abnegada al servicio, una persona que entregó su vida por el bien de la comunidad y quizás por salvar al grupo de personas que estaban con él”.
Y es que, según sus colegas, el bombero les pidió esperar afuera mientras inspeccionaba el incendio que se desató en dos tanques de una empresa de combustible.
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Vilgan Martínez, bombero de la estación de Galapa, recordó que por su labor “sabemos cuándo salimos, pero no cuándo regresamos a la casa y hoy Señor te has llevado a este gran ser, a esta gran persona”.
El cuerpo del sargento Javier Enrique Solano, que estuvo 25 años al servicio de la institución, es velado en la funeraria Los Olivos y será sepultado el viernes 23 de diciembre.