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Rescatistas de abejas: cómo lograron salvar a estas polinizadoras y parte vital de los ecosistemas

Noticias Caracol acompañó a un grupo de rescatistas de abejas especializado que recibieron un llamado de auxilio. El lugar de intervención es la Universidad Icesi, de Cali.

La amenaza sobre los polinizadores crece: abejas, colibríes, murciélagos y mariposas enfrentan un peligro alarmante debido a las actividades humanas. Con la pérdida del 30% de sus colonias, está en riesgo el equilibrio natural y el 75% de los cultivos alimentarios que dependen de ellos. En Colombia, un empresario transformó su vida para liderar una brigada dedicada a salvar abejas.

¿Sabe usted qué hacer cuando descubre un enjambre de abejas a su alrededor, y siente que está en peligro de ser picado? Noticias Caracol en vivo acompañó a un grupo de rescatistas de abejas especializado que recibieron un llamado de auxilio. El lugar de intervención es la Universidad Icesi, de Cali.

Ilan Lechter, es el líder de la operación. Debajo del traje de apicultor se encuentra un hombre de negocios de alto perfil internacional. A sus 50 años decidió darle un giro a su vida para dedicarse a salvar abejas, lo acompaña su brigada de rescate.

Después de asegurar la zona cumpliendo todos los protocolos, el equipo divide sus funciones, el apoyo en tierra se activa. Mientras, dos expertos en intervenciones de altura se alistan para el ascenso.

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"Se ve la piquera con abejas entrando y saliendo y las desean rescatar, entonces nos han llamado a nosotros para abrir el techo y ver con qué tamaño de colmena nos encontramos para poderlas rescatar", dice Lechter.

La operación busca rescatar las colmenas y trasladarlas a un lugar silvestre donde los insectos puedan desarrollar su actividad mielera y polinizar el campo.

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La suya es una labor estoica, porque no hay recursos del gobierno para los rescatistas, a pesar de que hace dos años el Congreso sancionara la ley 2193, que reconoce legalmente su actividad en el país.

Durante muchos años fueron los bomberos los que resolvieron el problema de auxiliar a las personas que se sentían en riesgo de ser picados. El final de esos servicios de auxilio terminaba matando masivamente a las abejas.

De manera absurda, la presencia de las abejas era tratada como una plaga de insectos.

Lechter aduce que lo que más le ha impactado de un rescate de abejas es ver “como la colonia sale en busca de su reina".

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Por eso existieron empresas de fumigación, como las del papá de Andrés Felipe Carvajal.

Andrés Felipe Carvajal es el gerente técnico de fumigación y aliado estratégico de apicultores y rescatistas. Él aclara que antes “teníamos que matar las abejas porque era lo que nos habían enseñado, o lo que la cultura decía: 'la abeja es plaga, la abeja se mata porque las abejas pican a los humanos'. Al sol de hoy, nuestra compañía la hemos reinventado y hemos cambiado ese concepto, hemos aprendido de Ilan y ellos que no son una plaga, todo lo contrario, son lo más importante que tenemos que preservar, por eso nosotros estamos en esa tarea con Ilan y con los apicultores”.

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Ahora piensan y hablan diferente sobre el uso de insecticidas y pesticidas usados para acabar con plagas.

"Tenemos que pensar en los que vienen atrás de nosotros, como sus hijos o nuestros nietos; ellos necesitan de las abejas. Los enemigos que tenemos nosotros los rescatistas pensando en las abejas son los insecticidas: cuando hacemos aplicaciones sin ningún tipo de medida, cuando vamos por el mundo así aplicando, bañando y matando", complementa Carvajal.

Enjambre
Getty Images

Diego, un experimentado escalador, formado en esta especialidad de rescate apícola, va levantando teja por teja hasta ubicar la zona del techo invadida por el colmenar.

Preguntando sobre lo que espera encontrar en el lugar que exploran, Ilan Lechter manifiesta: “Una colmena grande, con una población importante y algo de miel seguramente encontraremos en ese techo”.

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La misión principal dentro de la intervención consiste en cazar a la abeja reina, a la que un ejército de abejas guardianas, obreras y zánganos van a seguir para defenderla.

“Como la reina tiene un tamaño más grande que las otras abejas, no puede salir de este clipsito, pero las otras abejas pueden entrar a alimentarla por los dos o tres días que la tengamos capturada”, expone Lechter.

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En lo alto del techo, el rescatista es descubierto por el enjambre.

"Hay una apertura más grande y las abejas comienzan a salir, se alborotan. Se nota que llevan demasiado tiempo acá. Buscamos la reina y lo que queremos es que la podamos atrapar, con ello garantizamos más del 80% de recuperación del trabajo en la colmena, ya que todas siguen a su reina”, comenta diego Zapata, escalador y rescatista de abejas y avispas.

Cuando el rescatista sabe que tiene el control, empieza a colocar los inmensos y maravillosos panales en los portanúcleos para su posterior mudanza.

"Las abejas quedan sobre el marco y así se evita que las que estén abajo o se estén moviendo lleguen a lastimarse. Después procedemos a meterlas al cajón”, enseña Zapata.

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“Vamos a empezar a aspirar porque hay bastantes abejitas regadas y así podemos enfocar y encontrar la reina. Con una aspirada suave no se produce daño a alguna de ellas”, complementa Zapata.

La jornada de rescate se prolonga por más de cuatro horas. ¿Cuándo se sabe que la intervención tuvo éxito?

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Cuando nos llevamos todo el material biológico, llámese la cera que está de almacenada con sus crías y las abejitas vivas, el rescate tiene un éxito de un 98,99% de que no vuelven. Adicionalmente, a la cavidad, ya sin abejas, le hacemos un tratamiento de antiferomonas. Le aplicamos un producto que elimina dolor y después pintamos con spray blanco encima y eso ahuyenta más los olores y hace que las abejas no vuelvan a posicionarse en ese sitio", señala Lechter.

Tras preguntarle al vocero universitario por qué llamaron a los rescatistas y no a los bomberos para solucionar el problema de las abejas en el techo, David Julián Jiménez, analista ambiental de la Universidad Icesi, dice: "Cuando son los bomberos, a veces hacen una mezcla de jabón o agua y ellas caen dentro y se pueden morir y la idea no es esa. La idea es sostenerlas porque sabemos la contribución y la importancia que tienen esos insectos al ecosistema y a la flora como tal".

“Intuimos que adentro de este portanúcleos está la reina, la reina expide una feromona que atrae a las abejas; igual aquí están los panales con la cría", añade Lechter.

Finalizada la tarea, los miembros del equipo de rescate se dan la mano y celebran el éxito de la operación.

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Las abejas son trasladas a Potrerito, Jamundí

"Estamos en la vereda Cascarillal, esto es jurisdicción de Potrerito Jamundí, zona sur del Valle del Cauca, colindando con el departamento del Cauca", replica Lechter durante su camino al lugar en el que quedarán reubicadas las abejas rescatadas.

Esa es una zona sacudida por la violencia de los grupos armados, una región habitada por gente campesina noble, necesitada de nuevas oportunidades económicas, a la que le aposto Ilan, el rescatista de las abejas.

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"La finca se llama La Luz, es de la señora Luz Mosquera, quien nos tiene alojada las abejas en este hermoso territorio", manifiesta Lechter, que señala que ella también se beneficia "no solamente con el medio ambiente que las abejas polinizan y vuelven más bonito, sino económicamente. Lo que queremos es que haya fortalecimiento de la economía familiar, acá llegamos con las abejitas rescatadas".

Al llegar a la finca, antes de iniciar el recorrido al apiario, los rescatistas tienen ritos de armonía para despojar al visitante de sus miedos. "Hay que sacar todas las preocupaciones que vienen de Cali o de donde ustedes vengan, porque tenemos que entrar en un estado totalmente de relajación, ya que las abejitas nos perciben en su totalidad cuando bajamos allá", explica Ilan.

El sendero ecológico es una inmersión entre plantas florales, donde anidan las abejas nativas angelitas sin aguijón, que no representan peligro alguno para los humanos.

A la vista quedan las 78 colmenas alojadas en la finca de la señora Luz. Ella aprendió a convivir y comunicarse con sus abejas.

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"Hola, niñas. ¿Cómo están? Juiciosas", les dice a las abejas la señora Luz Mosquera, apicultura rescatista.

La señora luz llegó a la vereda desplazada del Cauca. La familia se dedicaba a jornalear en las minas de carbón. “Mi hijo se accidentó y lamentablemente falleció, entonces quedamos sin empleo de aquí para allá, de finca en finca. Apareció Ilan y un día nos fuimos a un rescate y llegó y me dijo: '¿Luz, te gustaría trabajar conmigo? Por una empresa, te traigo uniforme, te pago el mínimo. ¿Te gustaría?'. Y yo, claro, me gustaría y arrancamos", cuenta Luz.

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En la casa montaron un pequeño emprendimiento surtido con productos elaborados con la miel, la cera y el polen de las abejitas rescatadas.

El centro experimental La Luz tiene amaneceres tranquilos bajo el susurro de las abejas.

"Usted se levanta y lo primero que oye es el ruido de las abejas, el zumbido. Desde las 4:30 de la mañana o a las 5:00 a.m., con tiempo seco, ya están rodeando las abejas. ¡Es una belleza! Para mí la vida son ellas y la polinización porque nos ayudan mucho en los cultivos", remarca Luz.

La vida de salvar abejas lo es todo para este grupo de superhumanos. Entre lágrimas y con la voz quebrada, Ilan Lechter asegura que cuando termina una de esas misiones siente "plena felicidad de poder contribuir con un trabajo hermoso para la conservación del planeta".

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Sin lugar a dudas, el ejercito salvador de abejas está  generando un efecto colmena al decir: salvamos abejas, así rescatamos conciencia ambiental.