El rescate de mineros en Lenguazaque, Cundinamarca, mantiene en vilo a Colombia. Antonio salas, Wilmer Orjuela y Antonio Javier completan tres días en un socavón. Sus compañeros trabajan sin descanso para sacarlos del infierno, pues el calor bajo tierra es insoportable.
Ellos están a 27 metros de profundidad, pero lo más importante es que están vivos.
“Cuando estábamos abajo trabajando, ellos nos hablaron por la manguera que para que les golpeáramos y para ver si nos escuchaban. Nosotros les golpeamos varias veces la línea y nos dijeron que nos escuchaban abajo”, contó el minero Jorge Ballesteros sobre ese primer contacto.
El operativo de rescate es intenso, pero cuidadoso: a los mineros les hicieron llegar agua, maní y bebidas hidratantes a través de unas mangueras convertidas en su nexo con la vida y en la esperanza para regresar con sus familias.
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Cada viaje de carbón que sale del socavón es visto como una victoria, es arrebatarle a la tierra unos metros más para traer a los mineros a la superficie.
“Se han cambiado turnos cada 4 horas, esto ha permitido que descansen los socorredores, los mineros que están ingresando a la mina y nuevamente ingresa otro grupo. El avance de la remoción de escombros ha sido bastante representativo y esperamos llegar muy rápido y evacuar a los tres mineros”, explica Olga Janeth Ramírez, secretaria de Minas de Cundinamarca.
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Aunque la lucha contra el tiempo apremia, las autoridades son optimistas y esperan pronto haber culminado con éxito el rescate.