“Era una persona súper bacana. Él me enseñó a pescar, me enseñó a trabajar y a unirme más con mi familia, pero no me enseñó a vivir sin él”, son las palabras con las que Rojino Levinson recuerda a su padre, una de las víctimas mortales del paso de Iota en la isla de Providencia.
Horas después del paso del huracán recibió la noticia más difícil de su vida: “llega mi amigo y me dice que mi papá está muerto, yo no lo podía creer, hasta ahora mismo no lo puedo creer”.
Yo "empecé a llorar y no alcancé a llegar porque era de noche y la carretera estaba cerrada por todo", cuenta.
El huracán Iota también arrasó con su casa y lo dejó, literalmente, en la calle.
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Pese al dolor por la muerte de su padre, Rojo, como lo llaman sus amigos, dice que tiene que ser fuerte porque hay más familia por la que debe luchar.
“Hay que seguir, la vida sigue. No es fácil, pero hay que seguir porque yo tengo una niña de 4 años y también tengo 5 sobrinos que dependían también de él, así que hay que seguir", enfatiza.
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Y, así como Rojo aspira reconstruir su vida y su hogar, el Ejército Nacional le está construyendo una vivienda, un espacio para que pueda hacerlo. Esto en cumplimiento de uno de los compromisos del gobierno nacional con los isleños.