El movimiento Me Too, que se tomó el mundo hace dos años, estremeció las universidades privadas y públicas en Colombia. Las víctimas empezaron a romper sus silencios y dejaron ante la opinión pública implacables señalamientos a prestigiosos docentes, entre los cuales hay cuatro de la Universidad Nacional, con sede en Bogotá. Una voz señaló al profesor Fabián Sanabria .
“Esa noche me dijo que tenía cara de gato y que, como los gatos, me dejara consentir”, dijo un estudiante de la Universidad Nacional.
Steeven López reconoció que la voz del estudiante describía la misma conducta que tuvo con él su agresor hace 8 años y que él no había sido el único.
"Yo no conozco a los chicos, nunca he hablado con ellos y no sé quiénes son, y el hecho de que uno de ellos dijo que se dejara consentir como los gatos... repulsión total”, afirmó Steeven.
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Intentando controlar su temor, da la cara a la opinión pública.
"Mi vida cambió hace 8 años producto de una violación, a lo que considero y entiendo fue una tortura, ya que fui abusado sexualmente por el señor Fabián Sanabria, a quien denuncié en la Fiscalía por el hecho hace un año”, aseguró.
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Y agregó: “Estoy aquí porque siento que las personas no deben manejar la narrativa de lo que pasó y que siguieran diciendo que yo no existía y que era necesario que supieran que sí existo y que es importante para mí y también para otras personas que quizá pudiese ayudar con esto”.
El viernes 14 de enero de 2022, la Fiscalía le imputó cargos a Fabián Sanabria como supuesto responsable de abusar sexualmente de un joven de 25 años. Ese es Steeven.
“Yo lo conocí a él en la esquina de la terraza Pasteur, aquí en Bogotá. A él me lo presentó un amigo que se distinguían no sé de dónde, mi amigo ya falleció. Y yo tome la decisión de seguirlo en redes y, al principio, eran charlas muy amenas. Y no pasaban de ahí", contó Steeven.
Durante un mes y medio se comunicaron con frecuencia por redes y correo electrónico. Steeven estaba atravesando una mala situación, había roto todo vínculo con su familia y terminó viviendo como habitante de calle. Estaba empezando a rehacer su vida.
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“Y me encontraba en la búsqueda de un buen empleo, en la búsqueda de estabilidad para mi vida… Y en alguna ocasión le expresé que necesitaba un empleo y, un fin de semana, me invitó a su casa”, relató.
Dice que son recuerdos que ha querido sepultar y que con el tiempo son difusos, pero siempre aparece ese domingo de septiembre, a eso de las seis de la tarde, cuando llegó a la puerta del apartamento de Fabián Sanabria.
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"Que lleve una HV, que me va a ayudar con un empleo, fui a su casa emocionadísimo, pensando ‘esta es la oportunidad que necesito para poder trabajar’ y la realidad fue otra”, sostuvo.
Recuerda verlo a la entrada en ropa cómoda y, a su ingreso, vio que puso seguro a la puerta. La visita inició con un tour por el apartamento que tenía un decorado especial, eran piezas de diferentes países y culturas propios de un antropólogo y sociólogo culto.
“En el tour, él me ofrece una bebida, me la ofrece desde que yo llego, era como una Coca-Cola… Pero sí estaba extraña y yo me la tomo y, creo, repetí. Pasó un lapso como de media hora que me hacía el recorrido y yo me empecé a sentir mal, me empecé a sentir con mucho mareo y, casualmente, el tour por su apartamento termina en su habitación", dijo.
Y su relato continuó así: "En la habitación, me intenta besar y yo le digo que no, que él no me gusta… Cuando yo lo rechazo, me dice que me deje consentir como los gatos, ya se puede imaginar el asco que me produce. Le digo que me quiero ir, me dice que no me deja ir hasta que no lo haga”.
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Contó que intentó defenderse, pero que él es “una persona delgada, tenía 25 (años) y era una persona que prácticamente había vivido la desnutrición total".
"Cuando él me da con el cinturón, yo entré en shock total. A mí, mis padres jamás me golpearon… La única vez que intenté gritar, me tapó la boca. Me decía que no hiciera las cosas más difíciles, que si me dejaba consentir como los gatos. Cuando yo veo que este man no abre la puerta y yo debo salir de acá. Le digo ‘yo lo pasé rico, pero ya me tengo que ir’, con tal que abriera la puerta de su casa porque yo tenía que salir”, afirmó.
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Su visita duró una hora y media aproximadamente. Hoy, lo recuerda como el tiempo más largo de su vida, en el que quedó roto en mil pedazos.
“Recuerdo que, antes de salir de su casa, yo tomé la hoja de vida, y la tomé y la escondí en la chaqueta, y salí con la sensación de que me estaba robando algo que era mío, que me pertenecía, porque sentía que yo ya no tenía nada, que no valía nada, que estaba sucio”, señaló.
Una suciedad y un sentimiento de culpa que ha desarrollo secuelas. Sufre un vómito persistente cada vez que siente estrés. No acepta el contacto directo con la gente y menos estar en sitios públicos. Fue diagnosticado con agorafobia, un trastorno de ansiedad intenso.
"No solamente me da miedo salir de mi casa, estoy en mi casa lleno de terror”, aseguró.
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Ha tenido momentos críticos y ha pensado en acabar con su vida.
“Estuve hospitalizado porque intenté suicidarme en 2019, ya lo había intentado antes", indicó.
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Está recibiendo ayuda psicológica, mientras se ocupa en socorrer habitantes de calle y animalitos callejeros que hoy son su única familia.
Entre las pruebas que guarda de su caso está el correo que recibió el día después del profesor Fabián Sanabria, fechado el 23 de septiembre de 2013, para demostrar que sí se conocieron. Un correo que, asegura Steeven, nunca respondió.
"Quiero dejar en claro que si a mí me llega a suceder algo, no hay más que buscar, yo no tengo problemas con absolutamente nadie, sino con el señor Fabián Sanabria, y no sé nada sobre su vida. Yo solo pido que me deje en paz y que las amistades y la gente que lo rodea no me sigan contactando”, expresó.
Steveen es el primer joven que da el rostro como posible víctima de abuso sexual en este caso.
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En aras de un equilibrio del informe, Noticias Caracol buscó al presunto responsable, Fabián Sanabria, profesor de Sociología de la Universidad Nacional, para conocer su versión. Esta entrevista fue grabada dos días antes de la imputación de cargos.
¿Usted lo conoció hace nueve años?
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Yo no puedo referirme a personas que no conozco.
¿Usted no lo conoce?
Yo no puedo referirme a personas que no reconozco.
¿Usted no recuerda haber tenido comunicación con él por internet, primero, a través de Twitter, y, después, a través de email?
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No, no recuerdo eso, entre otras cosas, porque mi cuenta de Twitter se perdió hace unos años, fue cancelada. Entonces, no tengo manera de verificar eso.
Él dice que lo conoció y, a medida que avanza la relación, él le pide a usted que le ayude a conseguir un empleo.
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Es muy inconsistente eso, porque yo no soy ni bolsa de empleo ni doy empleos a la gente, es decir, no soy empresario y no soy una persona que contrata gente en términos laborales.
¿Usted no recuerda haberlo invitado a una bebida y haber llegado a una conversación más íntima?
No en modo alguno. Soy consciente de esa narrativa.
Esa que usted llama narrativa es una persona, tiene rostro y ha dado sus declaraciones asegurando que usted lo invitó a su apartamento en esa ocasión, le ofreció una bebida y tuvo relaciones íntimas con usted, cuando no era su voluntad. ¿Usted qué tiene que decir frente a eso?
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Debo decir que esa narrativa es una narrativa macabra, por lo miserable y contradictoria y que no la reconozco, la niego profundamente y tengo los elementos probatorios en derecho para demostrar sus contradicciones y su falsedad.
Sin embargo, profesor, es acusado por esta persona por acceso carnal violento. ¿Usted que tiene que decir?
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Que estoy muy interesado en que esto se investigue y se llegue hasta sus últimas consecuencias, yo soy el primero que estoy interesado en que esto se esclarezca.
El caso está en manos de la justicia y este será la encargada de exonerar o culpar a la persona señalada.