El cuerpo de Juana María Perea Plata fue encontrado con un disparo en la cabeza en la zona de playa de Nuquí, un pueblo definido como un paraíso natural y destacado para la observación de ballenas. El Clan del Golfo sería el responsable.
“La conservación de los espacios en su estado natural es un muy buen negocio”, decía esta activista a la que veían como una líder ambiental en la región.
En Termales, un caserío situado a media hora en lancha del perímetro urbano de Nuquí, Juana Perea había comprado junto con su esposo, un estadounidense que actualmente trabaja en Afganistán, diez hectáreas de tierra para construir un hotel ecoturístico. Acabó liderando iniciativas comunitarias para las mujeres de la zona.
“Yo creo que la vida hay que vivirla con toda; tengo 50 años, pero si yo me muero mañana no habría una sola persona en el funeral que no dijera ‘hizo de todo, a esta vieja es que no le quedó faltando fue nada’, y esa es una de las cosas que más aprecio en mi vida”, manifestaba.
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“Ha sido asesinada por el Clan del Golfo. Esta señora Juana María Perea Plata en todos los espacios expresaba que a las comunidades había que tenerlas en cuenta en la construcción del puerto de Tribugá”, aseveró Modesto Serna Córdoba, asesor de paz de la Gobernación del Chocó.
“Ella decía que el departamento del Chocó lo único que necesitaba era una apuesta turística donde se pudiese publicitar y dar a conocer todas esas potencialidades que tenemos en el territorio”, recordó Serna sobre la víctima.
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"Creemos que todo (el asesinato) fue porque mi hermana era, por decirlo de alguna manera, una líder comunitaria que trabajaba por las mujeres de allá. Ella nunca se dijo a sí misma líder, pero lo era; era una mujer que se imponía y por donde pasaba dejaba una estela", dijo su hermano Iñaki Perea Plata.
Esa sensibilidad social también fue destacada por su prima Ana María Restrepo Perea, quien recuerda que hace solo 15 días le advirtió a Juana que tuviera cuidado, pues la zona de Nuquí es disputada por bandas de narcotraficantes y paramilitares por su localización estratégica para sacar drogas por el Pacífico hacia Centro y Norteamérica.
"Ojalá su vida ayude para cambiar un poquito la realidad de tanta gente en tantas zonas donde solo hay paracos, donde solo hay miedo, donde solo hay coca y esclavos, porque a la gente la tienen como esclava", dijo.
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Defensa de la naturaleza y de la mujer
La familia, de origen vasco, recuerda que además de trabajar en su proyecto ecoturístico, Juana enseñaba a las mujeres de Nuquí a coser para que tuvieran algún medio de subsistencia y con la llegada de la pandemia había impulsado la confección de tapabocas para reducir el impacto del COVID-19 en una región donde hay comunidades para las que ese elemento de protección es un lujo.
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El pasado primero de octubre la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) anunció la cancelación del proyecto de Tribugá, de una sociedad privada, luego de cuatro años de análisis y debate sobre esa obra, duramente criticada por organizaciones y líderes ambientalistas del país.
"Ella empezó a tratar de cambiar la situación y a oponerse a la construcción del puerto de Tribugá y lograron finamente pararlo, pero ella no se podía quedar callada, como buena vasca, y la asesinaron", afirmó su prima.
Ante el recrudecimiento de la violencia en esta zona de Chocó, el alcalde de Nuquí, Yefer Gamboa, había solicitado al comandante de Policía el aumento del pie de fuerza para hacer frente a los grupos al margen de la ley que delinquen en la región.
“Hemos venido avanzando, pasamos de 7 policías a 13 que tenemos en la actualidad y el compromiso del comandante de Policía de Chocó de completarnos 20 la próxima semana”, explicó.
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