Tierras fértiles, castigadas por la violencia y el olvido estatal, aún esperan que este punto se implemente para que la economía del campo se reactive.
Y es que el atraso de las zonas más alejadas del país tiene un denominador común, la falta de conexión con los centros urbanos.
El municipio de Ataco, que conduce al corregimiento de Berlín en Tolima, es un buen ejemplo. Pese a ser una rica despensa agrícola, carece de vías para sacar sus productos. A duras penas, las trochas que usan para transportarse soportan paso de carros pequeños.
En materia del acuerdo de paz, investigaciones revelan que el punto de las vías terciarias y la reactivación del campo está rezagado.
“La situación fiscal del país ha servido como excusa para que el Gobierno no implemente la solución a todas estas problemáticas”, señala Gabriel Tobón, docente de la Universidad Javeriana.
El reto es gigantesco porque las necesidades son muchas, dice Carolina Vásquez, funcionaria de la Agencia de Renovación del Territorio.
Pero también está la otra cara de la moneda: en la vereda San Jorge, a las afueras de Ríoblanco, sí se reconstruyó una vía que durante años fue un dolor de cabeza. Un proceso en el que fue clave Usaid, la Agencia de Cooperación del Gobierno de Estados Unidos.
Lo cierto es que para pensar en reconstrucción es imprescindible recuperar la confianza porque los campesinos están cansados de escuchar esas promesas de cambio y desean ver realmente obras que los beneficien.
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