Entre panes, pasteles y pandebonos, Jairo Ramírez, cofundador de la Kuty, cuenta que nació en Marinilla, Antioquia, y que, aunque es mecánico de profesión, aprendió de su tío el arte de la panadería. A Cali llegó para pasear por unos días, pero se quedó para toda la vida.
“El 13 de marzo de 1985, y casi por casualidad con mi hermano, fuimos a comprar la panadería Kuty, era una panadería pequeña en el barrio Junín. El carro de mi hermano y el mío lo entregamos a cambio de la panadería”, comenta.
En 36 años, esta empresa ha impactado el mercado de las panaderías, yendo un paso adelante.
“Todos los días estamos explorando cosas nuevas. Nosotros fuimos los primeros en vender empanadas en una panadería y hoy no hay una panadería que no venda empanadas”, dice.
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Y agrega: “Hicimos un lanzamiento de los huevos a la omelette y escribimos la palabra hasta mal. Nosotros dijimos, ‘bueno, este es un omelette a la Kuty’ y lo aprendimos a hacer así y fue una cosa que causó mucho furor”.
Son conscientes que, para conseguir lo que han soñado, ha sido necesario ser perseverantes, pero también consentidores con sus colaboradores.
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“Luchamos mucho y asesoramos a nuestros empleados para que tengan casita, tengan mejoramiento, casa propia”, afirma Jairo.
Pero, además, hace unos años adquirieron un compromiso social con Cali: crearon una escuela de formación deportiva.
“Lo vimos como una oportunidad de tener 200 niños menos en la violencia, con niños de escasos recursos, sacados de las invasiones”, señala.
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La Kuty impacta a 420 familias en Cali y 200 en Bogotá. Como muchos negocios en Colombia, estaba fortalecida y continuaba creciendo, pero se vio afectada por los cierres derivados de la pandemia y del paro nacional .
“Los empleados trabajaban hasta la 1:00 p. m. no más, porque nos daba ya miedo por la tarde toda la pedrea y toda la vaina. Con ese problema de que se robaban la gasolina, nos tocó quitarle la gasolina a los carros para dársela a los motociclistas y que pudieran ir a entregar producto. Trabajamos hasta las 8:00 p. m. y tener que cerrar a la 1:00 p. m., usted tiene comprometido ahí el 40, 50% de la venta”, sostiene Jairo.
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Estas son solo algunas de las consecuencias y por eso lanzan un SOS, para que una situación como esta no vuelva a presentarse, pues, dicen, no hay economía que aguante.
“Lo importante es que no haya bloqueos, que haya desfiles, pero que no haya bloqueos, porque eso para la economía es nefasto, que no haya destrucción. Los muchachos hoy en día lo que tienen que hacer es fijarse por quién van a votar y que voten, que no se queden haciendo pereza, que pongan gobernantes buenos y que haya cambios”, anota el líder de la Kuty.
La industria panadera, que ha registrado pérdidas millonarias en los últimos meses, tiene a sus empleados amasando a otra velocidad y con los hornos andando lento, mientras todo se normaliza y vuelven a recuperarse, para continuar con la producción de preparaciones que ya hacen parte del consumo del día a día de los colombianos.