La construcción del túnel de La Línea tuvo varios obstáculos que pasar antes de llegar a su fin. Esta es una cronología de los retrasos, problemas y sobrecostos que generó.
La obra, en la que trabajaron 6.050 personas durante más de una década, estaba proyectada para estar lista en 2013, con una inversión de más de $600.000 millones, pero se aplazó para 2014 por condiciones geológicas que impidieron avanzar a tiempo.
Llegó diciembre de 2016 y el contratista Carlos Collins S.A., que había pedido cuatro prórrogas y más recursos económicos, no solo se quedó sin tiempo para culminar el túnel de La Línea, también se quedó sin dinero, supuestamente.
El Gobierno de Juan Manuel Santos decidió no aplazar más el contrato y el director del Invías de ese entonces, Carlos García, dijo que la decisión se tomó por el “estado crítico, injustificable y riesgoso para la entidad en términos de avance físico, de inversión y de ejecución”.
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Por eso se abrió una nueva licitación con otros 200 mil millones para continuar la obra que se prometió para 2018.
El contrato se adjudicó el 4 de julio de 2017, pero el túnel no vio la luz en la fecha establecida.
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En 2019, ya bajo el Gobierno de Iván Duque, se anunció una adición de $620.000 millones para finalizar las obras, debido a que se tenía un desfinanciamiento en el proyecto. Además, se abrieron tres licitaciones para terminar las obras complementarias.
Aunque se proyectó entregar el túnel de La Línea en mayo de este año, la pandemia trajo un nuevo retraso.
Ahora, en septiembre de 2020, los transportadores y turistas celebran la apertura de la obra con la que se soñó desde comienzos del siglo XX.
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