El cuerpo apareció “esculcado”, fuera del sepulcro. Esta historia, ocurrida en Santo Tomás, Atlántico, es como de Macondo.
Don Félix Carrillo, un profesor de 73 años, falleció la semana pasada. Personas cercanas recuerdan que fue un hombre muy querido y elegante, al que le gustaba caminar bien vestido por las calles del municipio.
Por ese motivo, para honrarlo, su familia decidió que luciera lo mejor posible en el funeral y optaron por colocarle uno de sus accesorios favoritos, una cadena de oro. El sepelio se realizó el sábado pasado, a las 6 p.m., en el cementerio local.
Pero no solo amigos y familiares estaban en el camposanto. Desconsiderados ladrones se enteraron de que el cadáver llevaba la cadena y, además, tres dientes de oro. Ejecutaron, entonces, un macabro plan: se metieron al cementerio de noche, abrieron la tumba y esculcaron al difunto.
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El lunes en la mañana, cuando hacían la ronda de costumbre, trabajadores del lugar encontraron el cuerpo fuera del sepulcro. Se llevaron un susto, pero, sobre todo, una gran indignación.
Los delincuentes no lograron su objetivo, pues la familia de don Félix le había quitado la cadena antes del entierro y, como si se tratara de un cuento de Gabriel García Márquez, tampoco consiguieron quitarle los dientes porque la mandíbula ya estaba muy rígida.
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Mientras las autoridades intentan dar con el paradero de los ladronzuelos, la familia del profesor espera que ahora sí lo dejen descansar en paz.