Una mujer que llegó a Canadá huyendo de la violencia de la que fue víctima en Medellín es hoy ejemplo de coraje y tesón. La protagonista de esta historia es Manuela Moreno, la primera latina en hacer parte de la Policía de Ontario.
El 8 de septiembre de 2008, la vida de Manuela Moreno tomó un giro inesperado: sus papás y ella se vieron obligados a dejar Colombia por amenazas de un desconocido que no quería pagarle una deuda a su familia.
“Decidimos irnos de Medellín y venirnos para Canadá por razones de seguridad. Mis papás me querían dar un mejor futuro lleno de oportunidades laborales y de educación”, puntualizó la joven.
Lo que empezó como una tragedia familiar mutó a una oportunidad que hoy la llena de orgullo: se convirtió en la primera latina en hacer parte de la Policía de Ontario.
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“Me quiero enfocar en todos los inmigrantes. Quiero ser la voz para ellos”, complementó.
El servicio a las comunidades es lo que más le mueve el corazón. Sus abuelos son parte fundamental de este proceso, ellos cariñosamente la llaman “niña sorpresa”.
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“Hablar de ella me emociona. Sé lo que ha luchado para llegar a donde está mi hermosa muchacha. Le decimos niña sorpresa porque llegó a nuestra vida de un momento a otro, como una linda sorpresa”, indicó Norma Pulido, su abuela.
“Lo único que sacó de mí fue la belleza. Sacó de mí la honradez y el amor por todo lo que hace. Fuimos muy trabajadores”, dijo entre risas Gundisalvo Moreno, su abuelo.
Manuela Moreno también se dedica a combatir la delincuencia, la misma que la sacó de Colombia, pero que le dio fuerza para cumplir sus sueños.
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La patrullera Érika Castro, de 25 años, resultó herida cuando asistió a un intento de bloqueo en cercanías de la Universidad Distrital, centro de Bogotá.
Durante los ataques, ella fue impactada con un objeto contundente, mismo que le generó lesiones en el rostro que debieron ser atendidas en el hospital de la Policía.
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Allí la sometieron a una delicada cirugía, misma que la obligó a permanecer por más de una semana en ese centro médico.
Tras recibir el alta, su pareja y su mamá le brindan todos los cuidados que necesita. Por la herida en su rostro, la patrullera Érika Castro no puede hablar, pero su compañera sentimental cuenta lo ocurrido.
“Tuvo una multifragmentación en la parte derecha de la mandíbula y en el lado izquierdo tuvo una fractura y le comprometió la raíz de una muela de la parte derecha y la parte izquierda. Las secuelas podrían ser que quede sin sensibilidad en el labio de abajo, posiblemente. En algunas ocasiones quedan con parálisis en el rostro, pero pues pidiéndole mucho a Dios que no suceda esto y que la recuperación sea todo un éxito, así como lo fue la cirugía”, indicó la patrullera Alejandra Rangel, pareja de Érika.
La patrullera Rangel también habló de la fatídica jornada del ataque: “Estábamos en posición de control de orden, me encuentro detrás de mi compañero, resguardándome, de lo que nos arrojaban. Sentí que algo me golpeó en la parte derecha y me desestabiliza”.
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Isaura Realpe, la mamá de Érika Castro, viajó desde el Meta a Bogotá para cuidar a su hija: “Muy cruel, eso no se debe hacer con la fuerza pública, porque ellos están cuidando al pueblo y defendiendo al pueblo”.