A las 6 de la mañana la sirena alertó a los pobladores de Boraudo que debían buscar refugio. En canoas, recorrieron las inundadas calles buscando un albergue.
“Una situación muy calamitosa donde pueden dimensionar la magnitud del río, cómo se ha venido presentando. Llevamos más de ocho días bajo el agua”, dijo Natanael Cuesta, damnificado.
Unas 300 familias, las mismas que hace 10 días resultaron damnificadas, aún no se reponen de la última creciente y ahora enfrentan una nueva emergencia.
Lo que piden es “que nos reubiquen lo más pronto posible, porque llegará el momento que no podamos correr, sino que venga una avalancha y nos lleve a todos y sea peor, sea que hasta perdamos vidas también”, lamentó Jáder Córdoba.
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La casa de don Tomás Cuesta no aguanta una inundación más. Las inestables vigas la tienen a punto del colapso. Él dice que es consciente del peligro que corre al vivir allí, pero que no tiene para dónde ir: “no podemos irnos todos porque tenemos las cositas acá”.
Freddy Abadía, personero de Lloró, hizo un urgente llamado al gobierno:
“Reubique esta población, no queremos lamentar hechos ocurridos en Mocoa o en Armero, hace 35 años. Por favor, escúchenos”.
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Con el pasar de las horas, el río Atrato baja su nivel y a los damnificados solo les queda seguir limpiando y rescatando del lodo lo que el río no se pudo llevar.