“A mí me han mordido caimanes, boas, me han mordido cazadoras en la cara, loros, ratas, murciélagos, hay una larga lista”, dice Sebastián Di Domenico, un biólogo que ha captado con su lente las maravillas de Colombia .
Aunque ha sufrido la picadora de zancudos, coloraditos, sanguijuelas, nemátodos y un sinfín de especies, reconoce que la mordedura más dura fue la de un caimán: “es como un pellizco de tía multiplicado por diez”.
Di Domenico reconoce que antiguamente vivía muy cómodo en la ciudad, “no me gustaba ensuciarme, no me gustaba el calor, yo miraba cualquier planta y para mí era una planta cualquiera, miraba un pájaro y para mí era un pollo cualquiera”.
Sin embargo, en la universidad su mente se abrió: “los profesores sí me cambiaron, mi enfoque no eran los animales. Cuando yo volvía de mis salidas de campo y les mostraba fotos a mis amigos ellos no lo podían creer”.
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Reconoce que “fue a través de eso que yo me di cuenta de que esto es una herramienta útil como para concientizar a la gente de lo que tenemos”.
Entre sus hazañas se cuenta el encuentro con un jaguar: “yo estaba buscando al jaguar, de la nada salió el animal del bosque. Era como un gato del tamaño de un perro mediano. Al principio ni siquiera me preocupé por si la foto se veía bien o no; el animal me vio, se quedó mirándome mientras tomaba agua, mirándome a los ojos, de esas miradas que a uno le miran el alma”.
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Al final, logró la tan anhelada postal.
Gracias a la fotografía he podido viajar a sitios muy épicos como la Amazonía, la Orinoquía, gran parte de Los Andes, la Sierra Nevada de Santa Marta también es un sitio único, además porque es único en la Tierra. Los cerros de Mavecure, es legendario, de película
Para este biólogo, la diversidad de los ecosistemas en Colombia es lo que hace “tan hermoso vivir acá”.
“Si puedo cambiar una mente foto por foto yo con eso me siento satisfecho”, reconoce este amante de toda forma de vida salvaje, especialmente de las serpientes.
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