Ni el mismo maestro Fernando Botero entendería lo que pasó con la plaza de sus esculturas en pleno centro de Medellín.
Además de sus monumentales obras de arte, a la Plaza Botero han llegado profundas problemáticas.
“El trabajo sexual se ha agravado bastante, en el sentido en el que se ha pauperizado mucho más, la situación de habitantes de calle, consumo de drogas y algunas situaciones de seguridad”, indicó María del Rosario Escobar, directora general del Museo de Antioquia.
El consumo y hasta la venta de estupefacientes son más que evidentes. Una tarde en plena avenida de Greiff en Medellín es una inmersión en el bajo mundo del centro. Las esculturas apenas si son testigos de propuestas de pago por sexo o por droga o de la degradación de las personas que consumen pegamento.
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“Estamos desarrollando un edificio que empezará su planeación en 2021 donde hoy funciona el parqueadero del Museo de Antioquia para justamente atender a esta población”, indicó Mónica Pabón, gerente del centro de Medellín.
Las esculturas, el alma de la plaza, son otro problema evidente: hace cinco años que no son restauradas y hasta han sido objeto de actos vandálicos. ¿Qué falta para que recuperen su brillo?
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“Hay que destinar 500 millones de pesos para realizarlo”, señaló Escobar.
“Para eso se destinó un recurso importante, para adecuar el espacio donde están las esculturas y para hacer el mantenimiento de estas obras”, explicó Pabón.
Hace 20 años el maestro Botero donó 23 esculturas para convertir este espacio del centro en epicentro de cultura. Hoy, además de seguridad, la plaza suplica por el cariño de todos para su recuperación.