Cuatro militares fallecieron en un trágico accidente aéreo en Quibdó, Chocó,
el pasado domingo, 19 de marzo. El helicóptero del Ejército en el que se transportaban se desplomó en la parte boscosa del río Atrato.
En un andén, frente a la casa de Efraín Palacios, cayeron varias piezas del helicóptero Bell UH1N, de matrícula EJC 4227, siniestrado la tarde del domingo en el sector de Cabí, entre los barrios Niño Jesús y La Playita, en Quibdó. Una de las partes incluso golpeó su vivienda.
“Cuando observo la parte de atrás de la cocina veo el orificio por el hierro. Pasó el hierro, entró a la pared del segundo piso y de allá bajó rodando hasta donde estaba la pipeta. Afortunadamente no había nadie en la cocina en ese momento”, contó Efraín Palacios Tello, habitante del barrio La Playita.
Según el comando de la División de Aviación de Asalto Aéreo del Ejército Nacional, la aeronave cumplía una misión de llevar provisiones para los soldados que están en la subregión del Baudó.
Tripulación evitó una tragedia mayor
Quienes presenciaron el accidente aseguraron que los pilotos al mando, en un acto heroico, evitaron una tragedia mayor.
“Venían tirando, creo, desde Las Aletas, más atrás, y pensamos que el piloto iba a llevarlo hacia el río, pero no alcanzó”, agregó el habitante del barrio La Playita.
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Por su parte, otra habitante de la zona, Ana Graciela Córdoba, reconoció que “donde el helicóptero se hubiera accidentado a este lado hubiera sido mayor la tragedia” por “las líneas de alta tensión y energía”.
El barrio La Playita, en donde cayó el helicóptero del Ejército, aún permanece custodiado por uniformados. En las próximas horas se espera que llegue una comisión especial de la institución para determinar las causas de lo ocurrido.
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Las víctimas
El capitán Héctor Mauricio Jerez Ochoa estaba a bordo como piloto al mando. Un santandereano de 32 años que dedicó 13 de ellos a la vida militar.
La teniente Julieth Girleza García Cordero era una cucuteña disciplinada y entregada de 31 años. Reconocida por ser la primera mujer piloto del Ejército Nacional en un UH1N. La joven ingresó a la escuela militar de cadetes en 2012 y tres años después ascendió a subteniente. Era imparable y siempre con actitud positiva para atender las necesidades del servicio.
Un barranquillero también estuvo entre las víctimas. Se trata del sargento segundo Jhoan Andrés Orozco Neira, quien iba como jefe de tripulación. Esposo, padre de dos hijos de 9 y 5 años y con espíritu de servicio. Un preparado líder de grupo quien de sus 31 años le dedicó la mitad de su vida al servicio militar.
Y como técnico de vuelo viajaba el también sargento segundo Rubén Ricardo Leguizamón Perilla, un bogotano de 35 años, padre de un pequeño de 4 años, experto en derechos humanos y destacado en la aviación.
Hay luto en el Ejército por la pérdida de cuatro de sus destacados uniformados.