Visitar San Agustín en época de Navidad es como sentirse en la antigua Tierra Santa. Un pesebre de 80 cuadras de extensión y protagonistas de carne y hueso son el principal atractivo.
“Todo el público está en dinámica de pesebre, las casas están pintadas, cada cuadra con una temática diferente. El punto central es este parque temático, que es una réplica a escala natural de un pueblo de Tierra Santa”, cuenta el sacerdote Oscar Javier Vargas, párroco de San Agustín.
Cientos de familias se unieron para crear este pesebre, que también les ha permitido a los artesanos reactivar su economía.
Figuras de animales elaboradas en material reciclable y hasta ovejas y llamas vivas hacen parte de puesta en escena.
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El alumbrado navideño es otro de los atractivos. “Una iluminación de 8 kilómetros que este año comprende desde la entrada del pueblo al parque arqueológico lo que he hemos llamado sendero arqueológico con una iluminación estupenda”, añade el padre Vargas.