Isaac es uno de los 13.000 guerrilleros que dejaron las armas. Su vida es una sumatoria de desgracias, pero él le apuesta a seguir adelante y tener su proyecto.
La vida de Isaac es una sumatoria de desgracias de a dos en dos: dos décadas en las FARC, dos veces en la cárcel, dos hijos perdidos en la guerra y dos vidas, una en la clandestinidad y esta nueva, que le ha costado pero a la que no renuncia.
¿Volvería a las FARC? No. A pesar de todas las fallas que hay en el proceso de paz. El proceso de paz no se está cumpliendo.
Él es el hijo de una infancia desesperada.
“Somos de una familia humilde. Fuera de humilde, mi madre tuvo muchas dificultades con mi padre, él le pegaba”, cuenta Isaac.
En su casa, en Santander, siempre reinó la violencia y, en los alrededores, la guerrilla.
Así creció, relacionándose a destiempo con las FARC en una tierra en la que daba lo mismo ser ladrón o policía. Hasta que el Ejército lo reclutó.
Pagó servicio militar y cuando se quitó el camuflado del Estado se puso el de la insurgencia. Perdió parte de una pierna en un combate, así como a dos de sus hijos y su primera esposa.
“Mi hijo murió de 21 años estando yo en la cárcel. Era químico en un laboratorio de drogas ilícitas y hubo una explosión. Mi hija también fue desaparecida por el paramilitarismo, tenía 9 añitos. Fue desaparecida con toda la familia de ella y hasta el momento no he sabido nada. Por los lados del sur de Bolívar”, dice.
Tras la firma de los acuerdos de paz, a los 41 años, se volvió uno de los más de 13.000 exguerrilleros que entraron al proceso de reincorporación. De ellos, según cifras oficiales, 9.343 viven por fuera de los ETCR, los espacios territoriales a los que llegaron los excombatientes. En esos territorios permanecen 2.901 exguerrilleros. En este momento, en Colombia hay 821 excombatientes que no se sabe dónde están.
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Los demás, como Isaac, le están apostando a la vida en paz. Reciben un dinero mensual de $790.023. Isaac, con ese dinero, paga 400.000 de arriendo en un apartamento en el sur de Bogotá. Dice que ha intentado en vano encontrar trabajo, pero no lo ha logrado por sus antecedentes.
A él todavía no le han aprobado su proyecto productivo. Se las arregla para vivir con la crianza de animales en una finca cercana y siembra maíz, yuca y fríjol. Lo que aprendió en el monte.
Unos 9 mil exguerrilleros no han recibido apoyo económico para sus proyectos como Isaac, pero hacen parte de la ruta de la reincorporación.
A todos los persigue una sombra de temor, desde la firma del acuerdo han asesinado a 187 excombatientes.
Pero le apuestan a sobrevivir y a sembrar con sus manos el futuro que la guerra les había quitado.
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