Monseñor Luis José Rueda Aparicio afirma que deben acercarse a las heridas de las víctimas de abuso y envía un mensaje a los violentos en Colombia.
¿Es usted cercano a la línea teológica del papa Francisco?
Monseñor Luis José Rueda: Yo creo que la línea de la Iglesia y de los papas después del Concilio Vaticano II, que fue un soplo del Espíritu Santo a través de Juan XXIII en la década de los sesenta, ha sido una línea de pueblo de Dios, sentirnos pueblo de Dios con mucha alegría.
¿Cómo va a llevar esa línea a Bogotá?
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Monseñor Luis José Rueda: Creo que cada región tiene su exigencia concreta, topografías, climas, realidades sociales, pero el Espíritu Santo guía a la Iglesia, la ayuda a discernir, la ayuda a responder en los momentos, a construir y a descubrir la presencia del reino de Dios. Esas semillas del reino que están en todos los territorios. Y con una gran ventaja: estar rodeado de un sinnúmero de sacerdotes diocesanos y religiosos, de religiosas, laicos, de movimientos, de ese gran trabajo del plan de evangelización.
En la medida en que nosotros gocemos y disfrutemos siendo pueblo de Dios, con las familias, con los gobernantes, con los deportistas, con los niños, con los jóvenes en las parroquias, en todos los ambientes, nosotros nos sentimos la familia de Dios.
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Nosotros tenemos la alegría de compartir en muchas regiones y de tener la certeza que nosotros estamos cerca de las distintas realidades; la Iglesia ha sido una servidora durante todo el tiempo.
Iglesia católica en medio de la crisis del coronavirus en Colombia
Monseñor Luis José Rueda: Hemos encontrado los sufrimientos de nuestros pueblos porque, en medio de la pandemia, siguen los problemas sociales, de violencia, de homicidios, han muerto algunos sacerdotes en la Diócesis de Tumaco.
Es muy ilustrativo y muy motivante el capítulo X de San Lucas donde Jesús se presenta como buen samaritano que ve la situación de dolor del enfermo, y no solo del que tiene enfermedades físicas. Dice la palabra de Dios: ‘Lo vio, se conmovió, se detuvo, sanó sus heridas y lo acompañó’. Eso nos corresponde a nosotros en la pospandemia.
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Desde la Arquidiócesis de Bogotá, ¿cómo va a afrontar la pederastia?
Monseñor Luis José Rueda: Es un tema realmente delicado, es un tema sensible, es un tema que ha sido muy bien trabajado por el señor cardenal Rubén Salazar, allá con su oficina del buen trato, de la atención a las víctimas, porque por ahí empieza, por atender a las víctimas, por reconocer nuestros errores, por pedir perdón, por acompañar el crecimiento y la sanación de las víctimas y de las familias, por reconocer nuestras fallas, por aceptar que eso tiene unas consecuencias para la vida de los sacerdotes.
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El celibato
Monseñor Luis José Rueda: Yo tengo la misma postura que tiene toda la Iglesia. Es que el celibato de nosotros los sacerdotes es un don de Dios y una tarea. Mire como nosotros podemos servirles a distintas zonas de la geografía colombiana precisamente porque ponemos al servicio de los demás nuestra afectividad, nuestra vida interior, nuestra disponibilidad total. En eso el celibato se convierte como en una libertad, un don espiritual que nos ayuda a ser felices como seres humanos, pero poniendo todo nuestro tiempo, energía, capacidad, al servicio de todos aquellos que en nuestras comunidades parroquiales esperan nuestra paternidad, nuestra evangelización y nuestro servicio.
Usted está dejando una región como el Cauca, una región difícil y golpeada, ¿qué mensaje darle a los violentos que atacan cruelmente a la población civil?
Monseñor Luis José Rueda: Hago un llamado a los violentos y a los corruptos tomando una frase del papa Francisco cuando nos convocó al año de la misericordia: el papa nos ha dicho que es muy importante que aquellos que están por caminos torcidos, de violencia, de terrorismo, de narcotráfico, de delincuencia, sientan que tienen una oportunidad en el amor de Dios.
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Yo he escuchado a muchos que andaban por caminos equivocados y han dicho: no sabía que podía ser amado, que podía ser reinsertado en la sociedad, no sabía que la sociedad me estaba esperando. Quiero decirles a todos los que están por caminos de muerte, la Iglesia colombiana, la sociedad colombiana, los ama y es más poderoso el amor que el narcotráfico, la corrupción y la guerra.
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