El padre Francisco de Roux presentó ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el informe final de la Comisión de la Verdad , que durante cuatro años reseñó la barbarie que por décadas afectó a Colombia y dejó 450.000 muertos, entre 1985 y 2018.
“Una multitud de más de 10 millones de personas ha sido afectada de diversas maneras por esta guerra. El 80% de los afectados, sobrevivientes y asesinados no eran soldados ni guerrilleros, sino población civil sin armas. Así es la guerra”, indicó.
En medio del discurso recalcó que se escucharon más de 30.000 historias y leído más de mil informes de colombianos afectados por el conflicto armado en nuestro país: “Testimonios de los 50 mil secuestrados, miles de niños y niñas llevados a la guerra, donde la responsabilidad de la guerrilla fue máxima. Desapariciones forzadas, falsos positivos, donde la responsabilidad del Estado es inmensa y directa”.
“Nos duele ver que todo esto se conocía en Colombia, lo sabía el mundo, lo vimos en TV y lo oímos por radio, pero lo dejamos pasar durante 50 años como si esa barbarie no fuera con nosotros”, rechazó ante el consejo de la ONU.
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“En el caso colombiano es necesario cambiar el sistema de seguridad. Desde un principio hace más de 60 años establecimos que la seguridad se daba con las armas y nuestra seguridad se volvió una seguridad armada de nunca acabar. La seguridad siempre pide más armas y más justificaciones en muertos”, señaló.
Su intervención también tenía un mensaje para el mundo: “Pedimos a la comunidad internacional que no nos dé nada para la guerra, queremos hacer de Colombia un paradigma mundial de la reconciliación después de tanto sufrimiento”.
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Así mismo, dijo que “la solución al conflicto se hace desde el respeto de todos, de cada niño, niña, indígena y afro con la misma determinación con que se respeta y cuida a los presidentes, los grandes ricos, los doctores, los diplomáticos, las personalidades, los generales de los ejércitos”.
El jesuita Francisco de Roux puntualizó su intervención de 11 minutos diciendo que “hay todavía un camino largo por recorrer, pero Colombia lo ha emprendido al aceptar la verdad histórica de su propia tragedia y la determinación de mirar hacia el futuro”.