Las autoridades de Medellín continúan con las investigaciones para determinar las causas de la muerte del sacerdote Javier Eduardo González , que perdió la vida en un bar de la ciudad. El religioso, de 39 años, se desempeñaba como formador del Seminario Misionero San José.
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Uno de los principales sospechosos de este crimen, que causó conmoción en Medellín, es un sujeto que entró al bar junto a Javier Eduardo González .
Este acompañante, que según El Tiempo, tendría entre 35 y 40 años, habría abandonado el establecimiento nocturno con las pertenencias personales del sacerdote Javier Eduardo González.
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Entretanto, Telemedellín reseñó que Medicina Legal ya tendría el informe forense del religioso que, al parecer, habría sido drogado con un licor que contenía escopolamina. Esta sustancia, supuestamente, le causó la muerte en el lugar de los hechos.
“El dictamen forense confirmaría que al sacerdote muerto le dieron un cóctel mortal”, indicó el medio de comunicación de Antioquia.
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Los investigadores que están al frente del caso analizan más de 10 horas de grabación de cámaras de seguridad para encontrar a la persona que estaba acompañando al sacerdote Javier Eduardo González.
¿Cómo va la investigación de este caso?
De acuerdo con allegados al padre, él había salido del seminario y luego fue ver un partido de la selección Colombia sub-20.
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No obstante, el propietario del bar donde murió Javier Eduardo González le dijo a la Policía que el sacerdote llegó al lugar a eso de la una de la mañana del pasado sábado 4 de febrero. Lo que desvirtúa la versión del partido.
Según el coronel José Miranda, subcomandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, la muerte del religioso habría ocurrido entre la 1:30 y 2:00 de la mañana, pero solo fue hasta el cierre del establecimiento que los trabajadores se percataron de lo ocurrido cuando llamaron a la Policía, que verificó que el padre no tenía signos vitales.
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El padre Javier Eduardo González fue despedido el pasado lunes en Medellín. Sus familiares, feligreses y sacerdotes amigos recordaron con nostalgia la trayectoria del cura.
“Javier era una persona muy sincera, muy alegre, muy estudiosa, muy preparada, muy humanitaria y conservaba siempre ese espíritu de alegría”, manifestó la hermana Deyanira Serna, compañera del sacerdote fallecido.
“Después de que terminaba la misa, seguía una fila de 30 a 40 personas esperando a que él atendiera; a todo el mundo dándole la bendición”, comentó Antonio Puerta, feligrés.