Alias ‘Chatarro’ reveló cómo asesinó a civiles en alianza con algunos militares y el nivel de infiltración de las Autodefensas en el Batallón 21 Vargas.
“En la Fiscalía de Justicia y Paz, Fiscalía 21, doctora Elba Beatriz, deben reposar no más de unos 200 o 180 casos de falsos positivos y vínculos con militares”.
Así comenzó su crudo relato ante magistrados auxiliares de la JEP Luis Arlex Arango, ‘alias Chatarro’, segundo al mando del bloque Centauros de las Autodefensas, que operó en el Meta.
Durante una hora, el pasado 20 de marzo, ‘Chatarro’ contó cómo asesinó a civiles en alianza con algunos militares.
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“La realidad es que cuando termina la guerra y nos vamos, nos venimos, pal’ (sic) proceso comenzamos a descubrir que por el afán encontraron personas que en verdad eran estudiantes, encontramos muchachos que pasaban en su momento por ahí y los vincularon con ser guerrilleros y no eran guerrilleros”, dice.
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Su versión es clave porque es la primera de un exjefe paramilitar ante la JEP. Según ‘Chatarro’, entre 2002 y 2004 trabajó en llave con el comandante del batallón 21 de Vargas, con sede en Granada, Meta, el coronel Héctor Cabuya, hoy en prisión.
“La política de la Autodefensa es: llega ‘Cabuya’ con una necesidad…una necesidad, una palabra que es morbosa en ese momento; decía, y lo decía Rivera, capitán Rivera…’a nosotros nos miden con baldados de sangre’”.
‘Chatarro’ sostuvo que los falsos positivos fueron parte del control social impuesto a sangre y fuego. Drogadictos, expendedores de droga o gente calificada como "indeseable" para los paras, por ejemplo. O personas señaladas como milicianos de las FARC. Miles de muertes que, a la larga, desgastaron a esa organización.
“Ese es un juego que le seguí yo desafortunadamente al coronel Cabuya por la presión y la amistad. Eso tenía un desgaste, muy grande, yo creo que uno de los mayores desgastes que tuvo las Autodefensas fue haber ayudado a planificar ese tema. Y por la sed de bajas del coronel Cabuya trajeron consecuencias sociales y políticas para las Autodefensas. Y otra cosa, se volvió pernicioso el batallón 21 Vargas”.
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El declarante, quien purgó casi 10 años de prisión, participó en múltiples homicidios en el Meta, incluyendo el de su jefe, el narcoparamilitar Miguel Arroyave, ocurrido en 2004. Los magistrados Juan Carlos Lozada y Hugo Escobar le preguntaron cómo se dieron esas ejecuciones extrajudiciales de civiles en el Meta.
Su respuesta resultó reveladora.
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“Ellos querían que nosotros nos desgastáramos trayendo personas y después ellos los daban de baja como guerrilleros. Y nosotros decíamos: ‘pues si van a matar guerrilleros entonces les da miedo subir a la cordillera y dar las bajas y nos están pidiendo a nosotros que busquemos personas para matarlos como guerrilleros’.
Por último, el exjefe paramilitar narró el nivel de infiltración de su organización en el Meta.
“Las Autodefensas tenían filtrado el Ejército lo más que se pudo, cierto. Desde quien lavaba la ropa, quienes les cocinaban, quienes vendían minuto frente los batallones, quienes vendían morcilla o vendían comidas rápidas a los soldados. Todos los guías del ejército estaban infiltrados por las Autodefensas”.
Un testimonio que cobra relevancia en momentos en que la discusión pública por el fantasma de los falsos positivos sigue encendida.
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En las próximas semanas el coronel Cabuya, vinculado a estos crímenes, será llamado a declarar por la JEP.
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