Los residentes aseguran que el terreno es un camino ancestral y que no tiene dueño, pero las autoridades argumentan que se trata de un predio privado.
De acuerdo con la comunidad, entre la que se encuentran ciudadanos colombianos y venezolanos, los uniformados llegaron sin orden de desalojo, maltrataron a niños y madres y luego destruyeron y quemaron los cambuches.
Los invasores llevaban cerca de ocho meses residiendo en la zona conocida como La Bendición de Dios en este corregimiento, en el norte de Cartagena.
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