El representante a la Cámara Harry González es el autor del proyecto de ley que busca erradicar del hogar los castigos con “la correa, la palmada, la peinilla, la varita de castigo, el rejo, dependiendo de la región donde estemos”.
La iniciativa, afirma, busca generar “una transformación cultural, que se vuelva extraño pegarle a un niño, no como ahora que piensan que es normal”.
Y es que, por ejemplo, una ciudadana identificada como Liliana Suárez dijo que en su época “nos daban bastante correa, y a mí no me pasó nada, no estoy traumatizada, no tengo ningún problema psicológico” y con ello, afirma, aprendió “a respetar a los mayores, a hacer las cosas bien”.
“Eso no es normal, pegarles a los niños no es normal”, sostiene el representante González.
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Eso sí, aclara, que la ley llegue a ser aprobada no quiere decir que van a “meter a la cárcel a los papás porque hay un ‘pao pao’”.
Reconoció que su mamá le pegó muchísimas veces: “una profesora de sociales que me enseñó la Constitución Política y dejó de pegarme cuando yo tuve algo de reflexión, como 11 años, y le dije ‘pero por qué me pegas si la misma Constitución que tú me enseñaste dice que a los niños no se les debe pegar’”.
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“Lo que se busca es que los padres no les peguen a los niños, que no usen la correa, ni la varita de castigo, que no usen el coscorrón, las cachetadas, el pellizco, eso es lo que se quiere”, recalcó.
Sin embargo, el representante Carlos Eduardo Acosta no ve viable el proyecto por tres razones.
“Es innecesario: hay una clara duplicidad normativa, en los tratados internacionales, en la Constitución, en la misma ley de infancia y adolescencia está claro que el maltrato infantil y la violencia intrafamiliar son delitos. Incluyendo la ley 1959 del año pasado, que le dio al Gobierno 12 meses para implementar una estrategia”, explica.
También dice que es inconveniente porque “es ambigua, confusa, de mezclar disciplina, corrección, con violentar, castigar o maltratar va a crear un gran caos”.
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“Quiero ver a los operadores judiciales, a los jueces, a la misma Policía definiendo si la palmadita, el ‘pao pao’, si el regaño, si el quitarle el celular al niño fue un acto de maltrato”, agrega.
Por último, sostiene, “desconoce la diversidad étnica, cultural, religiosa del país”, así como la autonomía familiar.
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“Es una bonita campaña, pero una pésima ley”, subraya.
Frente a esto, González insiste en que actualmente “la sociedad colombiana ve bien la violencia” y es el punto de vista que quiere modificar con este proyecto.