Grupos raizales piden al gobierno que busque fórmulas para frenar la migración. Nativos dicen que es una de las causas de todos sus problemas.
“Hemos visto que los colombianos, no raizales, llegan a querer tener sus hijos en San Andrés para decir que son isleños y no se les puede sacar de aquí”, asegura Ofelia Livingston, lideresa raizal.
“Necesitamos un gobierno nacional que le ayude a San Andrés a la reubicación voluntaria de familias que se quieran ir en unas condiciones que no sean precarias, sino unas buenas condiciones”, afirma Fernando Cañón, director de la Asociación La Solución Somos Todos.
Por eso les preocupa el crecimiento acelerado de construcciones, “inmensos edificios que van a concentrar más personas”.
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“Se han otorgado licencias de construcción que no cumplen con los requisitos del plan de ordenamiento territorial”, asegura Álvaro Archbold, exgobernador del departamento.
Aunque el último censo habla de 65 mil habitantes, según los raizales, en la actualidad hay más 120 mil pobladores sin contar con el millón de turistas que ingresan en el año.
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La alta densidad poblacional, en una isla de sólo 27 kilómetros cuadrados, ha generado tensiones entre los nativos y quienes provienen del continente. Entre tanto, tienden puentes de diálogo para buscar puntos en común y bajarle a la presión de la confrontación.