Edwin Paky, integrante del Consejo Regional Indígena del Medio Amazonas, es uno de los ocho civiles que se unió a la búsqueda de los niños perdidos en Caquetá tras el accidente aéreo en el que murieron la mamá de los menores, Magdalena Mukutuy, el piloto Hernando Murcia y el líder aborigen Herman Mendoza Hernández. Él piensa que alguno de los pequeños está herido.
Este hombre, que participó del rastreo hasta el miércoles porque sufrió lesiones en las piernas, relató cómo ha sido la travesía para hallar sobrevivientes.
Precisó que “el monte es oscurísimo”, pero tienen la certeza de que los niños perdidos en Caquetá están vivos “porque se vio que donde está la pañalera, abrieron ese bolso, sacaron ropa, rompieron alguna ropa, por eso decimos que hay alguno herido, porque rompieron la ropa de pronto para amarrar las heridas o algo pasó ahí”.
Asimismo, hay rastros de “papel higiénico, que de pronto estuvieron secando alguna herida con eso. Es la hipótesis de nosotros mirando eso”, agregó.
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Sobre la confusión que llevó a creer que los niños perdidos en Caquetá habían sido hallados, Paky dijo que se debió a que él y otros dos indígenas decidieron apartarse de la búsqueda “porque no estábamos en mejores condiciones y nos dividimos”.
“Entonces el promotor de salud fue quien tenía mala la información, él escuchó mal, nosotros le dijimos ‘vamos para allá, 3 personas vamos para Cachiporro para que la avioneta nos saque’, y él entendió que los niños bajaban en ese deslizador’”, explicó.
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Paky también contó que había hablado con el papá de los niños perdidos en Caquetá, quien es uno de los indígenas que participa de la búsqueda.
“Nos pidió una ropa para los niños y alimentación para seguir buscando; o sea, la ropa es para cuando los encuentre para poderlos cambiar”, dijo.
Aclaró que los indígenas que apoyan la búsqueda de los niños perdidos en Caquetá “no andamos con el Ejército porque ellos tienen sus protocolos y nosotros no andamos con esos protocolos porque es complicado”.
Entretanto, Fidencio Valencia, abuelo de los pequeños -de 13, 9 y 4 años, así como la bebé de 11 meses-, confía en que todos están bien porque la mayor tiene experiencia en ese tipo de zona.
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No obstante, considera que “los niños no están solos” y que alguien los está guiando por la selva del Caquetá.