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Niños desaparecidos en el Caquetá: estas son todas las pistas recopiladas hasta ahora

En las últimas horas aparecieron dos pañales, unos tenis y un marco de celular, los cuales se suman a otros rastros hallados días antes gracias a la labor conjunta entre indígenas y Ejército. Sigue viva la esperanza de encontrar a los niños desaparecidos en el Caquetá tras el accidente de la avioneta.

Niños desaparecidos en Caquetá: estas son las pistas halladas hasta ahora

Con el paso de los días aumenta la esperanza de encontrar a los niños desaparecidos en el Caquetá, una labor ardua que ha tenido resultados gracias a que poco a poco se han encontrado nuevas pistas. El esfuerzo de militares e indígenas ha sido indispensable en esta travesía que tuvo su génesis el primero de mayo, cuando la aeronave se accidentó.

A las 6:03 de la mañana de ese día despegó desde Araracuara la avioneta cesna 206 de matrícula HK 2803 rumbo a San José del Guaviare con siete ocupantes. En el trayecto, el piloto reportó una falla en el motor. Sobre las 7:34 de la mañana se declaró en emergencia y en segundos desapareció de los radares.

Desde ese mismo día la Fuerza Aérea comenzó su búsqueda. Días más tarde un grupo de comandos de las fuerzas especiales se insertó en la selva limítrofe entre los departamentos de Guaviare y Caquetá buscando el aparato donde, además del piloto y un líder indígena, viajaban la esposa y los 4 hijos de don Manuel.

Pasaron dos semanas de búsqueda en la espesa y húmeda selva del Yarí para que los militares, guiados por indígenas, lograran ubicar los primeros rastros de vida de los niños desaparecidos en el Caquetá.

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A las 10 de la mañana del 15 de mayo encontraron el primer rastro: un biberón en buen estado que confirmaría que hubo sobrevivientes tras el accidente.

Esa misma tarde, en medio de la manigua apareció otra evidencia, los restos de un fruto de maracuyá con mordeduras humanas que aumentó la expectativa de ubicar a los desaparecidos. Para ese momento ya eran casi un centenar de militares desplegados estratégicamente y con dos perros entrenados en búsqueda y rescate.

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Ya caída la noche de ese lunes, Wilson, un pastor belga, guio a la tropa hasta la aeronave monomotor siniestrada, que quedó enredada de cabeza en medio de los árboles. En la cabina encontraron el cuerpo del piloto y, apenas a unos metros de distancia, a los otros dos adultos.

Sin embargo, los 4 niños, incluida la bebé de 11 meses, no estaban en el lugar. Llamó la atención que a metros del aparato estaba abierta una de las maletas de los pasajeros de la que fueron sacados algunos elementos personales. No había duda, los niños sobrevivieron y decidieron empezar a caminar, según las autoridades.

En ese momento la misión de búsqueda y rescate de los niños desaparecidos en el Caquetá se convirtió en la operación esperanza.

Con la fe a flor de piel, con pitos, visores nocturnos y gritando en medio de la selva durante la siguiente noche, los comandos intensificaron la búsqueda, incluso reproduciendo un mensaje de la abuela de los niños, en castellano y en su lengua nativa para orientarlos.

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El trabajo siguió dando frutos y en la mañana del 16 de mayo, Ulises, otro perro de búsqueda y rescate, gracias al olor del biberón, condujo a los soldados hasta un refugio improvisado con palos y ramas. Allí también encontraron unas tijeras y una moñas para el pelo. Y aunque las condiciones fueron más complejas e iban pasando los días, cada pista aumentó el ánimo de los comandos en la selva.

En los dos días siguientes y con algunos indígenas que se han sumado a la operación esperanza, aparecen las primeras huellas reales, que quedaron marcadas en el lodo y dan cuenta de la inhóspita zona selvática.

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Desde el puesto de mando unificado, los oficiales monitorearon cada movimiento de la tropa, analizando la cartografía del lugar, un sitio lleno de fuentes hídricas y con lluvias intensas que dificultan el acceso de aeronaves y los desplazamientos terrestres de la tropa, y retrasan la operación a la que se sumaron nuevos voluntarios de la guardia indígena, incluido don Manuel, el papá de los menores.

"Los compañeros volvieron a ingresar, a buscar de nuevo a los muchachos que están desaparecidos en la selva, se internaron mucho más al centro e hicieron un campamento a unos 4 kilómetros de la orilla del río y se están comunicando por satelital del Ejército”, indicó Edwin Paky, del consejo regional indígena del Medio Amazonas.

Desde helicópteros, las Fuerzas Militares lanzaron kits de supervivencia con agua, suero, comida y hasta bengalas para aprovisionar a los niños mientras se hace su rescate.

Estos 350 colombianos, entre militares e indígenas, no se rinden. La combinación de grupos de búsqueda dio nuevos resultados y a medio kilómetro al occidente del lugar del siniestro hallaron un par de tenis que pertenecerían a Tien Ronoque, el niño de 4 años. Unos metros más adelante había un pañal usado y una toalla de color verde.

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Otra pista fue ubicada a 428 metros al noroccidente del lugar del siniestro: otro pañal, un marco negro de celular y la tapa rosada de un tetero. Por el estado de los elementos, dicen los militares que los niños habrían estado allí entre el 3 y el 8 de mayo, es decir, casi una semana después del siniestro, lo que daría cuenta de su supervivencia. Además, en el lugar no se encontraron rastros de sangre, por lo que probablemente no salieron heridos del accidente.

Por ahora sigue la búsqueda de Lesly Bonaire, de 13 años; Solecni Ranoque Mucutuy, de 9; Tien Ronoque Mucutuy, de 4, y Cristin Ranoque Mucutuy, de 11 meses de edad.

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