Andrea es una pequeña de 7 años que vive con su mamá en el sur de Bogotá . Junto a su mamá, hacen manillas para conseguir útiles escolares y un computador para las clases virtuales.
La niña se destacó en el instituto distrital al que acudía, razón por la que le ofrecieron la oportunidad de cambiar a la educación primaria en un colegio del barrio.
La necesidad de conseguir cómo conectarse a las clases virtuales y la pérdida del empleo de su mamá las llevó a recurrir a las artesanías.
“Yo trabajaba con mi tía. Mi tía tenía un negocio, un restaurante muy popular en el Ricaurte y a raíz de esto (la pandemia) se acabó. Entonces salí al día a día: si salía el arreglo de una casa, una limpieza, cuidar niños, cualquier cosa”, explica Myriam, la mamá de Andrea.
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Con sus propias manos hacen manillas, algo que les ha servido para solventarse: “De ahí hemos sacado varias cosas. Las vendemos a amistades, ofrecemos a los vecinos, a la familia”.
“Alternamos recogiendo latas, no somos recogelatas expertas, pero latica que encontremos la vamos guardando y ya tenemos unos bultos para poder vender”, agregó la mujer.
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Ellas, con otra amiga que también tiene síndrome de Down, esperan seguir luchando por los sueños de la pequeña Andrea y para que algún día se convierta en una gran diseñadora.