El occidente de Boyacá guarda entre la riqueza de sus tierras, historias difíciles de creer. En el municipio de Muzo, Decenas de guaqueros, hoy adultos mayores, viven en la inclemencia del olvido y esperando la caridad de la gente. Algunos duermen en un colchón, otros en improvisados ranchos y, en el peor de los casos, en el piso.
Noticias Caracol llegó a una tierra donde se escribe la paz y donde su suelo reza a un dios que lo ve todo.
Con la llegada de cada atardecer comienza a escribirse la historia de una larga noche, esa misma que hace que en el alma se mezclen los recuerdos de una juventud llena de sueños y una adultez llena de abandono.
Raúl Mantilla es un abuelo que ejerció la guaquería desde joven, tirando pala y metido en los túneles en las minas libres: "Uno abría un hueco donde uno quisiera”.
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La riqueza de un entrañable Muzo no fue para ellos. A pesar de que la arañaron con todas sus fuerzas, intentando arrancarle un trozo verde que los alejara de esta condición, su vida se escribió con otra suerte y tan solo viendo el brillo de las piedras preciosas, lejos, muy lejos de ellos.
"Muy duros, duros y era muy duro porque no pudimos hacer nada que valiera la pena y aquí estoy llevando del bulto", indicó Luis Eduardo Restrepo, otro de los abuelos que ejerció la guaquería.
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Muchos se acompañan entre sí, pero alejados de su familia, duermen en una vieja colchoneta que alguien les donó y superan sus dificultades de salud en medio de la soledad. Hasta cucarachas y roedores abundan en sus espacios.
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Ricardo Villamil, adulto mayor y guaquero de la zona, precisó que ya no puede trabajar: "Ahí sí pasándola poco a poco porque ¿qué puedo hacer?".
El ocaso de sus años llega sin respuestas, llevan en sus hombros la experiencia de la vida y, en sus pasos, la lentitud que hace evidente su cansancio.
Todos se niegan a salir de esta tierra, esperando morir en ella para abrazarla en la eternidad como muestra de la gratitud que, según ellos, le deben por permitirles estar allí.
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"Estoy durmiendo mal en unas tablitas ahí y yo necesitaba una colchonetica, una camita y estoy durmiendo mal en está cama", indicó Blanca Aurora Duarte, guaquera de la zona.
Gladys Guarín, vicepresidenta del Comité de Guaqueros de Muzo, indicó que “hay mucho abuelo que se tapa con plásticos, que no tienen cobijas, que duermen en cartones en el piso y es cantidad".
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"Son más de 200 abuelos... Ya tengo dotados como 50, entonces necesito camas, por favor, hoy por mí, mañana por ti, pero, la verdad, el total abandono que tenemos del Gobierno es muy duro", anotó.
Hoy muchos viven de la caridad de quienes quisieran cambiar la mirada triste que se esconde entre la marca del paso de los años y una experiencia que se escribe con las entrañas de la tierra como protagonista de un capítulo imposible de ocultar en el territorio de riqueza y de las esmeraldas que, en paralelo, escribe la más dura realidad que muchos cuentan para sobrevivir.
Don Luis tiene 73 años; doña Blanca, 80; don Ricardo, 82, y el viejo Raúl, como le dicen de cariño, ya llegó a los 83. Todos ellos vivieron una historia similar, siempre alrededor del sueño de 'enguacarse'.
La escena se repite en decenas de abuelitos de la región.