Murió Luis Alfredo Garavito,
violador y asesino de más de 200 niños en Colombia y Ecuador, y que cumplía una condena de 40 años de cárcel en La Tramacúa, penal de Valledupar.
El criminal en serie, declarado culpable en 1999 de 138 cargos de asesinato, padecía cáncer hace algunos años, aunque solo se supo de su enfermedad cuando se publicaron, en 2023, los libros ‘El reflejo de la Bestia’ y ‘Tras la sombra de Garavito’.
Luis Alfredo Garavito fue condenado, entre otros delitos, por acto sexual violento, homicidio, acceso carnal violento, secuestro simple e incendio culposo.
El estado de ‘La Bestia’ empeoró en los últimos meses y falleció en la Clínica Santo Tomás del Caribe el jueves 12 de octubre de 2023.
Sus víctimas se cuentan en más de 200 niños en Colombia y algunas en Ecuador,
crímenes que empezó a cometer hacia 1970 y que continuaron durante unas tres décadas más.
William Trujillo, uno de los pocos sobrevivientes de Luis Alfredo Garavito, tenía 9 años cuando fue violado por él en 1979.
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“Sé a qué huele un campesino después de una jornada de trabajo. A eso olía él”, contó, y agregó que escuchó afuera a “mi sagrada madre, que anduvo toda la noche buscándome”.
Cree que sobrevivió porque “accedí 100% a lo que él quiso, con el asco del mundo”. “Yo no le lloré, nunca le supliqué”, recalcó.
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Luis Alfredo Garavito tenía 66 años. Sus víctimas, que clamaron justicia en la tierra, esperan que también pague más allá por todo lo que hizo.
¿Quién era Luis Alfredo Garavito?
Nació el 25 de enero de 1957 en Génova, Quindío, Colombia. A primera vista, su vida parecía transcurrir con normalidad. Sin embargo, detrás de su apariencia tranquila se escondía un depredador despiadado. Garavito se ganó la confianza de sus víctimas y de sus familias a través de artimañas y engaños, lo que le permitió cometer sus atroces crímenes sin levantar sospechas.
La historia de Garavito se torna verdaderamente aterradora cuando se analiza su serie de asesinatos. A lo largo de la década de 1990 y principios de los 2000, Garavito confesó el asesinato de al menos 138 niños, aunque se sospecha que la cifra real podría ser mucho mayor. Sus víctimas eran principalmente niños de escasos recursos y en situaciones vulnerables, lo que hizo que sus crímenes pasaran desapercibidos durante años.
El modus operandi de Garavito era similar en todos sus ataques. Se hacía pasar por un hombre amable y caritativo, ofreciendo regalos y dinero a los niños para ganarse su confianza. Una vez logrado esto, los llevaba a lugares apartados donde los sometía a torturas inimaginables antes de asesinarlos. Posteriormente, enterraba sus cuerpos en tumbas poco profundas.