Hace dos años, Elizabeth Bedoya llegó a este lugar en el centro de Medellín procedente de las calles, una vez que entró su vida cambió radicalmente.
"Yo tuve problemas con las drogas, trabajé en el microtráfico, porté armas blancas, eso me degeneró muchos años porque me volví una mujer exageradamente agresiva”, cuenta Elizabeth Bedoya.
Tras momentos de luchas y caída tras caída, ‘Isabella, la diabla’, como la llamaban en las calles, tocó fondo, se rehabilitó y hoy es voluntaria en la fundación.
"Tomé la decisión de buscar este lugar donde me estaban brindando la ayuda constantemente, pero por causa de mis locuras no les prestaba atención, aquí estoy gloria a Dios", dice.
Además de acoger habitantes de calle, Ciudad Refugio tiene una panadería donde cocina los alimentos para ellos y los vende al público externo a bajo precio para su sostenimiento. Quienes deciden rehabilitarse, como Juan Camilo Murillo, es capacitado para trabajar por su sustento.
"Nos enseñan y nos capacitan para diferentes labores en la zona de alimentos", afirma Juan Camilo.
Este lugar seguirá acogiendo a aquellos habitantes que necesiten un refugio o que quieran emprender un nuevo camino.