No hay amor más inmenso que el de una madre por su hijo. Por ende, tampoco existe dolor más profundo para ellas que perder a uno de sus pequeños, como les siguen diciendo, por más grandes que sean. Eso justamente le sucedió a una mamá venezolana que cruzó la frontera para buscar a su hijo, extraviado en las calles de Cúcuta. Ambos son protagonistas de un milagro de Navidad.
Luis Pérez, de 28 años, salió hace meses del país vecino con la intención de encontrar un mejor futuro en Colombia. Trabajó, luchó, se esforzó, pero hace más de dos semanas terminó endeudado y metido en una de las ollas de la capital de Norte de Santander. Desde entonces, dejó de comunicarse con su progenitora.
Luis no solo estaba sin un peso o un teléfono a través del cual pudieran localizarlo, sino que quedó al borde de caer en la indigencia, a un paso de convertirse en uno de los más de mil ciudadanos habitantes de calle que, se calcula, tiene Cúcuta. Golpeado por la vida, pensó que ese podría ser su final.
Al otro lado de la frontera, sin embargo, cual leona persiguiendo a su cachorro, su mamá se armó de amor y esperanza y, sin dudarlo, cruzó el puente que une a Colombia con Venezuela. Consciente de que cada hora es una eternidad en estos casos, empezó a rastrear a su hijo por calles, ríos y cambuches. Era, literalmente, intentar hallar una aguja en un pajar.
Pero, como si se tratase de un verdadero regalo de Navidad, en su camino se encontró por casualidad con María Elena Hernández, líder de la Fundación Banquete del Bronx en Cúcuta y quien vive un drama similar: su querido Brayan también ha habitado las calles de esa urbe. Ella sabe de primera mano que, para una madre, hay lágrimas que solo un hijo es capaz de secar.
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"Estábamos realizando una actividad con diferentes secretarías de la Alcaldía de Cúcuta y ella llegó con la foto de su hijo, pidiendo ayuda, preguntando si lo habíamos visto", recuerda María Elena.
Esta mujer asumió como propio el dolor de la mamá venezolana y, tras hablar con sus hijos adoptivos, es decir, con los seres invisibles que deambulan por los caños de Cúcuta, logró ubicar al joven perdido: "Por información de los mismos habitantes de calle, supimos que se encontraba debajo de un puente, por donde cruza el canal Bogotá".
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Vino luego el abrazo de la madre venezolana con su 'retoño': lo apretó fuertemente, le susurró cariños y le prometió que nunca jamás se volverían a separar así. "No sabes todo lo que estoy pasando, todo lo que estoy sufriendo", le dijo, bañada en llanto.
Mamá e hijo ya están en Venezuela, listos para preparar hallacas y celebrar el nacimiento del Niño Dios. Tuvieron la suerte de que ella llegó a tiempo para evitar que la calle se lo consumiera.
"Para mí es una gran alegría saber que salen de ese hueco mis hijos adoptivos y que ya no van a seguir en esa vida tan tenebrosa, pasar sus cumpleaños, los días de la madre y estas fechas tan especiales de Navidad y Año Nuevo lejos de los seres que aman. Esa situación es muy dolorosa", reflexiona María Elena, cuya historia con su hijo conmovió a Colombia hace unos meses.
>> Reviva aquí la crónica de María Elena Hernández y su hijo Brayan
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