Diana López Zuleta recuerda cómo el político asistió al velorio de su padre, Luis López. Además, leyó conmovedoras palabras y cargó el féretro.
"Pido desde aquí en honor a la memoria de nuestro amigo Luis López que quienes anegan en sangre el territorio de nuestra patria chica cesen en su ciega perfidia".
Esto dijo, muy solemne, Kiko Gómez hace 20 años durante el funeral del asesinado concejal de Barrancas Luis López Peralta.
"Bajo el peso de una onda emoción me dirijo a ustedes, interpretando el querer y la voluntad de nuestro compañero de luchas Luis López Peralta, el que bajo su pecho escondía un ardiente corazón lacerado por tanta injusticia", añadió el exgobernador.
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A Diana López Zuleta le repugnan esas palabras, mucho más tras el fallo que condenó a 40 años de prisión a Kiko Gómez precisamente por el crimen de su padre, perpetrado en febrero de 1997.
"Me produce mucho asco de que exista una persona así", dice.
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Sí, el verdugo de López Peralta se subió al atril del Concejo de Barrancas en La Guajira y, acongojado, repartió pésames y clamó por la vida que acababa de apagarse.
Diana todavía no puede creer que un matón pueda tener tanta sangre fría. Como la mafia, en aquellos tiempos de ‘El padrino’ de Mario Puzo, que iba a los funerales a rematar a los muertos.
“Yo sabía desde un principio que Kiko Gómez incluso había cargado el ataúd de mi papá y ese video transcurre en el Concejo municipal donde le hacen un pequeño homenaje antes de llevarlo a la iglesia y posteriormente es enterrado”, cuenta Diana.
Luis López enfrentó al alcalde Kiko Gómez, tenía pruebas de sus malos pasos. Pero los sicarios se le adelantaron.
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Lo llevaron malherido al hospital del pueblo, pero no había recursos para atenderlo. Urgía trasladarlo a Valledupar para salvarlo, un trayecto de 90 minutos. Diana no sabe por qué, pero llegó el vehículo oficial de Kiko Gómez y ahí lo montaron.
“A mi papá lo matan el sábado 22 de febrero de 1997, lo matan en el hotel de él, que era su negocio, llegan dos sicarios caminando, le disparan, se van, lo llevan al hospital del pueblo, pero allí no lo atienden porque era un hospital de bajo nivel, no lo transportan en la ambulancia, al parecer dijeron que era muy lenta, sino que llega el carro ahí del asesino es decir el carro dispuesto para transportar a Kiko Gómez, el carro oficial de la Alcaldía”.
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Peralta se murió en el camino. Pero antes, cuando ya se le iba la vida, ocurrió esto:
“En ese carro iba un cuñado de mi papá y él cuenta que durante el trayecto se quedaron sin gasolina”.
Diana López tenía 10 años cuando mataron a su papá. Desde entonces ha luchado por la verdad, hoy siente un alivio y sentencia sobre el expolítico:
“Mi papá es apenas uno de los cien muertos que se cree que él cometió y la justicia llegó tarde, pero llegó”.
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