Rosita Ibargüen es una abuela de 86 años con muchas ganas de vivir. En la noche del pasado sábado 14 de noviembre, cuando se desbordó el río Atrato en el corregimiento Doña Josefa, municipio de Atrato, Chocó , Rosita luchó sola contra la creciente del río.
“Me estaba hasta ahogando porque, cuando el agua me llegó a la casa, me prendí de un árbol de limón y las manos las tengo todas espinosas porque no alcanzaba a aletear en el agua. Gracias a Dios que me apoyé de un palo y de ahí me prendí”, relató.
En medio de la emergencia, su nieto Jesús Antonio Pinilla Berrío llegó a socorrerla. “La creciente fue avisada, pero cuando menos pensamos fue algo que nos azotó”, afirmó.
Ambos debieron subirse al techo de la casa para refugiarse y escapar del agua.
Publicidad
“Era la parte más alta donde el río no podía alcanzar. Como estamos cerca de la orilla del río, esta fue una de las partes más azotadas por las inundaciones”, afirmó.
Publicidad
Permanecieron ocho horas en el techo y desde allí veían cómo el agua se llevaba sus cosas. Jesús, estudiante de Trabajo Social, cuenta que perdió su computador y herramientas de estudio. Su abuela perdió sus crías de pollos y gallinas.
Cuando la creciente bajó, contaron con suerte, pues una canoa fue la que, según Jesús, los “salvó de la tragedia, de la inundación, del desbordamiento del río el Atrato”.
Alcanzaron a recoger lo poco que no se había llevado el río.
“La ropa, lo que pudimos salvar, que se nos mojó. En estos momentos estamos organizando para ver qué podemos salvar de las cosas que se nos mojaron”, dijo Jesús.
Publicidad
El joven grabó su historia para contarle a Colombia que Chocó está en crisis por el invierno y que esperan que no los echen al olvido.
La mitad del departamento ha sufrido por la ola invernal y más de 40.000 personas están damnificadas .
Publicidad