En Medellín, las ‘telarañas’ de cables aéreos son un problema principalmente en las zonas periféricas de la ciudad.
En esas catalogadas invasiones, algunas personas realizan conexiones de forma irregular y las estructuras delincuenciales lo volvieron un negocio ilícito. Pero esa situación que no ocurre en otras zonas como el centro, donde la distribución del servicio de energía es subterránea.
La problemática es el paisaje con el que lamentablemente se ven obligados a convivir los habitantes de sectores de San Javier, Doce de octubre y Villa del Socorro, en Medellín.
"Esos cables están mal ubicados y son muy peligrosos, todos esos alambres muy juntos, que arreglaran eso, más distinto porque es un peligro para la comunidad", dice Arnubia Cano habitante de Villa del Socorro, en la comuna 2 (Santa Cruz).
Giovanny Agudelo, otro vecino de ese sector, afirma: “Es un peligro para los niños, la sociedad y la comunidad".
La situación más alarmante la vive la comunidad del sector Nueva Jerusalén, ubicada en límites entre Medellín y Bello donde hay alrededor de 7 mil instalaciones conectadas de forma irregular, con cables que cruzan los techos y ventanas de las viviendas y que tienen altura no mayor a tres metros del suelo.
"Por una parte eso se ve muy feo, por otra es un peligro, porque debido a eso se ha visto mucha problemática, porque los niños hay veces que están ‘brinconeando’ por ahí y ha habido muchas descargas así muy malucas", recordó Rosalba Parías, de Nueva Jerusalén.
Y su vecina, Ana Luisa Rendón, asegura: "Estamos muy mal de energía, muy poca energía, y no solo eso sino que el peligro de los cables por encima de las casas".
Gran parte de los cables enredados son instalados de forma ilegal, según EPM, lo que representa un gran riesgo para la comunidad que se ve expuesta a cortos e incendios. Además, anualmente genera millonarias pérdidas a la empresa.
"Para el grupo EPM empresas nacionales, se pierden al año 592 gigavatios hora de energía, que equivalen a 100 mil millones de pesos que la empresa está dejando de invertir en programas de gestión social y en mejoramiento de la red", explica Carlos Mario Galeano, jefe de la Unidad de Control de Pérdidas de EPM.
A esta problemática, que no es exclusiva de esta zona del país,
se suma el negocio ilícito de estructuras delincuenciales que en el occidente y noroccidente de la ciudad, le cobran a la comunidad por conectar los cables de alta tensión, para que puedan acceder a los servicios públicos.
"Hay una combinación de modalidades: una es que cobran por hacer las conexiones irregulares, y cobran también por mantener una mínima calidad en esos sectores", denuncia Galeano.
Mientras los enredados cables ocupan gran parte de las zonas periféricas de la ciudad, en el centro de Medellín se han venido implementando desde hace más de cuarenta años las redes de distribución de forma subterránea.
"En el centro de la ciudad, caso Medellín, la distribución va por la parte subterránea. En ciertos sectores se presenta que uno mira y hay una contaminación ambiental, porque hay muchos cables que son de energía, que están cumpliendo normas también de operadores de telecomunicaciones y a su vez de gente que está haciendo uso indebido del servicio", señala el funcionario de EPM.
La empresa aseguró que viene trabajando en tres pilares como la legalidad, comprabilidad y el recurso técnico, para identificar y llevar el servicio a las zonas que no tienen acceso a la energía, además del trabajo que realizan desde un centro de inteligencia en el que se identifican y evalúan las zonas que están afectadas por la ilegalidad en Medellín.