En la noche de marchas en Medellín no respetaron ni a Dios. Lo primero que dañaron los vándalos fue la iglesia de San Ignacio, en el centro de la ciudad.
Mientras eso pasaba, otros arremetieron contra algunos buses de servicio público y hasta la estación de Metroplús de Belén La Palma. La desbarataron y, con palo y piedra, rompieron los vidrios.
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En otro sector de la ciudad, la delincuencia también hizo de las suyas. A los niños de la red de escuelas de Medellín cuatros ladrones los dejaron sin instrumentos justo antes de una presentación.
“Los instrumentos que les robaron fueron una flauta traversa, una trompeta y un trombón, además todas sus pertenencias, los celulares. Hacemos un llamado a la comunidad a que no comercialice estos instrumentos”, manifestó Natalia Rojas, directora de la escuela de música Miraflores.
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En medio de todo esto, los que más resultaron perjudicados fueron quienes nada tenían que ver con las protestas. Quedaron atrapados entre los trancones, sin con qué transportarse y con los bolsillos golpeados.