“Era la época de Calavera, de Yayita, del Míster, de toda esta gente, de Quesito, la época que llamaban los inicios del sicariato realmente en la ciudad de Medellín”: así recuerda Luis Fernando Quijano, presidente de la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (Corpades), la sevicia del ejército de sicarios de Pablo Escobar Gaviria, que llenó de pavor a Colombia hace 40 años.
Bombazos y magnicidios se multiplicaron en una sucesión de violencia que todavía estremece al país, aunque parezcan tiempos remotos.
“Era un momento donde ya nadie se le acercaba a un policía, todo el mundo le huía a la presencia de los policías porque, o venían los sicarios o venía la bomba, entonces era un momento muy difícil, se les veía el miedo. Tuvieron que traer policías de muchas otras partes de Colombia, encerrarlos en los cuarteles, encerrarlos en las estaciones para, digamos, enfrentar a Pablo Escobar y al Cartel de Medellín”, señala Quijano.
Eran los tiempos del traqueteo sin tregua, de droga y de balas por igual, una sangría cuyo telón de fondo era el polvo blanco made in Colombia.
Y para los pistoleros no se trataba únicamente de asesinar, sino de infundir miedo, porque con una bala se mataba igual, pero con 38 el mensaje era contundente: los vamos a arrasar a todos.
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Fueron 38 balazos los que, por ejemplo, recibió el coronel Valdemar Franklin Quintero el 18 de agosto de 1989. Pocos lo recuerdan porque ese mismo día fue asesinado Luis Carlos Galán.
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El excomandante de la Policía de Antioquia que encaró a Pablo Escobar sabía que lo iban a matar. Cuando sus superiores lo regañaban porque en sus últimos días se movía sin escoltas contestaba resignado, como anticipando lo inevitable, que prefería una viuda que muchas viudas.
“En ese tiempo la gente se acostaba y no sabía con qué muerto de importancia se iba a levantar”, dice el presidente de Corpades.
El escritor y exalcalde de Medellín, Alonso Salazar, rememora una historia que contó la propia esposa de Pablo Escobar en un libro sobre los sicarios al servicio del capo, “de cómo llevó a sus sicarios para arrancarle el feto a una de sus novias, muestran una faceta que no teníamos muy clara de una crueldad privada extrema”.
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¿Quiénes hacían parte de la horda de sicarios de Pablo Escobar?
John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, quien falleció en 2020, los retrató en su última indagatoria ante la Fiscalía General de la Nación en 2018.
“Dentro del Cartel de Medellín el más importante era El Chopo, Mario Alberto Castaño Molina. John Jairo Arias Tascón, Pinina, era de los hombres más importantes de Pablo Escobar. Importante Carlos Mario Alzate Urquijo, alias El Arete; Luis Carlos Aguilar Gallego, alias El Mugre; Otoniel de Jesús González Franco, alias Otto”, detalló, aunque para él, “El Negro Pabón era un dios”.
Durante hora y media, Popeye describió sus andanzas con el círculo de sicarios de Pablo Escobar.
“El Chopo era otro dios. Chopo era un hombre muy violento, Chopo fumaba bazuco e inhalaba cocaína y usted le decía algo y lo mataba”, narró. “Yo al Chopo le tenía pánico, el mismo Pablo Escobar me decía que por qué todos le teníamos pánico al Chopo; El Arete le tenía pánico, él trató de matar a El Arete. Pinina no lo podía ni ver, era un hombre demasiado violento”, añadió.
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De esa jauría de pistoleros también hicieron parte Dandenis Muñoz Mosquera, alias La Quica, y su hermano Brances Muñoz, más conocido como Tyson. La Quica fue condenado en Estados Unidos por el bombazo al avión de Avianca, donde 107 pasajeros fallecieron hace 30 años. Tyson, como la mayoría de los sicarios de Pablo Escobar, terminó muerto.
De la guardia pretoriana del patrón solo sobreviven La Quica y El Mugre.
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Popeye afirmaba que Pablo Escobar “era mortal, él cualquier sospecha de traición era ‘mate’, y era tan grave dentro del Cartel de Medellín que si usted tenía a su mejor amigo dentro del Cartel de Medellín y él cometía un error, colocaban al mejor amigo a que lo mataran para que muriera la cosa de plano”.
Los rostros de los asesinos al servicio de Pablo Escobar han ido cayendo al olvido después de 30 años de que acabara el régimen del terror del jefe del Cartel de Medellín.
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