Para los habitantes de Llano Verde, la violencia es un fantasma que parece perseguirlos sin que tengan ninguna escapatoria. En este barrio, ubicado en el oriente de Cali, viven víctimas del conflicto armado que fueron desplazadas de sus territorios y llegaron a la capital del Valle del Cauca en busca de oportunidades.
“Somos un promedio de 26.000 habitantes. Ya sufrimos esta situación que ahora estamos viviendo. Esto no hace sino recordarnos la guerra desde nuestro territorio. Y nosotros, cuando llegamos aquí, llegamos con una nueva esperanza”, dice Óscar Enríquez, activista social de Llano Verde.
La masacre de cinco amigos menores de edad y la explosión de una granada en un atentado contra un CAI, que dejó una persona muerta y otras 15 heridas, ponen en evidencia la deuda social que tiene el Estado con estas comunidades, históricamente golpeadas por el conflicto.
“La institucionalidad ha llegado, pero ha llegado descoordinada, la institucionalidad llega y nosotros siempre hemos reclamado que los programas, asistencialistas, lo único que hacen es seguir continuando con la pobreza, pero no ha habido soluciones de fondo”, sostiene Enríquez.
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Los jóvenes piden mayores garantías en los procesos de inclusión y que sean tenidos en cuenta dentro de los planes de desarrollo de la capital del Valle del Cauca para generar cambios en el territorio.
“Necesitamos más presencia real, empleabilidad, desarrollo educativo, formativo, acompañamiento, trabajo social integral, y eso planteamos y eso exigimos”, afirma Andrés Valencia Benítez, representante de juventudes de la Comuna 15 de Cali.
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Valencia insiste en que esa es la solución y no llevar a cabo la militarización de la zona.
“No necesitamos que nos militaricen el territorio, nosotros lo que necesitamos es oportunidades directas, acompañamiento”, enfatiza.
Algunas personas que trabajan con las comunidades del lugar consideran que al Estado le ha faltado brindar más atención a necesidades tan básicas como educación de calidad, salud digna y fuentes de empleo.
“Llano Verde, hacia el futuro, va a ser una bomba social. En el pasado, no pusieron cuidado porque, en ocasiones, desafortunadamente creen que es solo darle vivienda a la gente y llevarlos a un sitio, pero no hubo ese acompañamiento sicosocial como tal de manera fuerte y permanente”, señala Édinson Huérfano Ordóñez, sacerdote ortodoxo y especialista en atención sicosocial.
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Mientras tanto, esta comunidad, que ha llorado por años sus muertos, en la gran mayoría jóvenes, imploran que, por fin, puedan pasar la página de la violencia y que los gobiernos local y nacional, fijen su mirada en ellos y solucionen sus necesidades.
Este domingo 16 de agosto de 2020, se realizaron las exequias de Háymer Díaz, la víctima fatal del atentado con granada al CAI de Llano Verde que se registró el pasado jueves.
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