La laguna de Suesca es la historia de un muelle que se quedó esperando el agua y los veleros, es también la de una laguna que empezó a morir cuando el hombre y la naturaleza unieron fuerzas para acabarla.
Uno de los sectores más críticos hace parte de la cuenca alta del río Bogotá… irremediablemente se seca con el paso de los días.
“Ese es un proceso natural que no se puede detener. Pero en el caso de la laguna de Suesca es un proceso que se ha venido observando desde hace más de 30 años. Yo lo he venido observando con las visitas que hago desde los años 90”, explica Alfonso Pérez, ingeniero geógrafo y exdirector de la CAR.
Sin embargo, los expertos van más allá: desde 1940 se insinuaba el trabajo de los humanos y los impactos que tendría en un futuro la agricultura.
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En los años 60, una aerofotografía muestra que la laguna mantuvo su forma, pero en el 2003 el agua en el costado sur comenzó a desaparecer. En 2016, la parte central cambió radicalmente.
Recientemente, los satélites de Google Earth registraron que todavía había agua, pero se sigue secando irremediablemente, convirtiéndose en un desierto que solo produce tristeza.
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“Eso que queda, a la velocidad en que vamos, en dos meses ya no habrá nada, absolutamente nada de agua en la laguna”, dice Hernán Sandino, ingeniero civil propietario de uno de los predios más afectados por la sequía.
Él habla con la nostalgia de la época en que el muelle era un bello lugar rodeado de agua y donde cientos de aves migratorias llegaban a descansar.
Además, es consciente de que el cambio climático y las escasas lluvias de los últimos años han contribuido al frenético cambio en el paisaje. También habla de la negligencia de las autoridades ambientales.
“Ha habido negligencia en ayudarle a la laguna a que se llene, tenemos una carretera que la circunda y esa carretera en muchos puntos hace que el agua llegue hasta ella, anegue los potreros vecinos y no pase a la laguna”, dice.
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Según Sandino, actúa como un cinturón que no permite que fluya el agua que baja por la pequeña cuenca hacia la laguna para contribuir a las lluvias. Según la CAR, la única fuente con que cuenta el cuerpo de agua.
Alfonso Pérez, exdirector de la CAR, no descarta que el uso del agua, escasa en la zona, sea otra de las causas del desecamiento de la laguna.
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“Hay gente que tiene su cabañita, necesita agua para sus necesidades. Hay otra gente que riega sus pastos o sus cultivos con agua que sacan de la laguna o de los arroyos que la alimentan”, afirma Pérez, quien también es ingeniero geógrafo.
En medio del crítico panorama, campesinos, expertos y autoridades ambientales tienen puestas sus esperanzas en que venga un periodo de lluvias que permita a laguna recuperarse y ser lo que era antes.
Asimismo, la CAR sostiene que trabaja en un plan de reforestación en la parte alta de la cuenca del río Bogotá.
Si la naturaleza y los humanos se lo proponen, tal vez algún día se vuelva a ver a la laguna de Suesca… ya no sólo en fotografías.
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