Salvaguardar la vida es lo que buscan miles de habitantes de cinco comunas de Buenaventura , que, además de la situación de extrema pobreza en la que viven, hoy deben también esconderse de las balas de grupos criminales que se disputan el control territorial .
“Hay una división entre el grupo delincuencial La Local, los cuales se están disputando el control de esteros como el de San Antonio en el barrio Juan 23, por el control de las economías ilícitas”, afirma el coronel Samuel Aguilar, comandante del Batallón Fluvial 24 de la Armada de Colombia.
Y es que el control de esos canales fluviales es fundamental para el tráfico de armas y droga hacia el Pacífico y luego a Centroamérica para La Local y las dos estructuras que nacieron de la división entre los miembros de esa banda. Dichos grupos son Los Chotas y Los Espartanos.
“La zona de Buenaventura ha sido de una conflictividad y de violencia. Esa escala durante las últimas tres décadas, por lo menos, con presencia de grupos armados, de mafias”, señala Camilo González, director de Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz.
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El puerto vallecaucano ha vivido tiempos de guerrilla, autodefensas y ahora de bandas criminales. Así lo asegura Henry Ramírez, reportero gráfico que por 25 años ha captado con su lente los momentos más crudos de la violencia en su tierra, entre ellos, las tenebrosas casas de pique años atrás.
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“Casas de pique, porque picaban a las personas, las desmembraban y las tiraban en el mar, porque es más fácil que borrar las huellas”, dice el reportero, al anotar que de esa manera “no hay evidencia”.
Sin embargo, dice Henry, su lente ha sido testigo, por estos días de la época más violenta en Buenaventura.
“Siempre ha habido violencia, pero 3 o 5 días y se calmaba, pero es que ya prácticamente vamos para dos meses en esta zozobra, además de la pandemia. Entonces, es un precedente que no se había vivido tanto tiempo”, sostiene.
Ante la ineficaz respuesta de las autoridades, familias enteras han huido para salvar sus vidas...
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“Los niños son 20 y adultos somos 14. Ahorita no tenemos ni comida para esos niños, están aguantando hambre”, señala una mujer víctima de desplazamiento que llegó a Cali con su numerosa familia.
Desde sus humildes hogares, los habitantes de Buenaventura lanzan un SOS por su seguridad para, por fin, vivir en paz.
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