Obispos católicos de Colombia expresaron a través de un comunicado la “profunda aflicción y preocupación por las masacres de 5 jóvenes en Cali y de 8 jóvenes en Samaniego (Nariño) , asesinados brutalmente los pasados 11 y 15 de agosto”.
Estas fueron las palabras de la Iglesia católica:
Oramos a Dios por las víctimas y expresamos nuestra cercanía y solidaridad a sus familias, a los habitantes de las ciudades donde sucedieron estos crímenes y a las comunidades eclesiales de la Arquidiócesis de Cali y de la Diócesis de Ipiales.
Estos hechos se suman a las amenazas a personas y a comunidades, a los asesinatos de líderes sociales y de excombatientes de las FARC-EP, y a los enfrentamientos armados por el control de las rutas del narcotráfico que se han verificado recientemente en otros departamentos del país, como Norte de Santander, Chocó, y Cauca.
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Frente a estos acontecimientos, que han sido denunciados por los obispos y sacerdotes de las Iglesias particulares afectadas, así como por organizaciones nacionales e internacionales, los obispos católicos:
1. Proclamamos que la vida humana es sagrada e inviolable, que ella constituye el primero y fundamental de los derechos, y que, por tanto, todo asesinato es un crimen gravísimo, no solo contra las personas sino también contra la sociedad.
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2. Hacemos presentes el sufrimiento, la miseria, la falta de oportunidades y la violación de sus derechos fundamentales a las que están sometidas las poblaciones más afectadas por el recrudecimiento de la violencia. Se trata de hermanos nuestros que no podemos olvidar y hacia los que debemos dirigir nuestra solidaridad.
3. Rechazamos categóricamente todas las acciones y formas de violencia, cualquiera que sea su origen.
4. Hacemos una vez más eco al llamado del Papa Francisco, exhortando a los grupos armados ilegales y a las bandas delincuenciales al cese definitivo de sus acciones violentas y de las confrontaciones, que agravan la crisis humanitaria que se vive en el país por cuenta de la pandemia.
5. Convocamos una vez más a todo el pueblo colombiano a empeñarse, con unidad y con valentía, en la defensa de la vida, en la tarea de la reconciliación y la paz, y en la construcción de un proyecto común de país.
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6. Animamos al Gobierno Nacional a concentrar aún más esfuerzos para asegurar la protección efectiva y la atención integral a las comunidades que padecen con mayor rigor las consecuencias de la violencia, así como a seguir avanzando en la implementación de los Acuerdos de Paz.
7. Invitamos a la comunidad católica a intensificar la oración para que Dios conceda a nuestro país el don inestimable de la paz y para que todos seamos artesanos de reconciliación.