Un arquitecto fue citado en Usme por empresarios para reconstruir varias bodegas. Al llegar a la cita, se dio cuenta que no eran hombres de negocios, sino una peligrosa banda que terminó secuestrándolo.
Intimidándolo con armas de fuego lo subieron a un carro, lo llevaron con rumbo desconocido y fue obligado a que grabara un mensaje. Con los ojos vendados y una pistola apuntando en su cabeza, tuvo que repetir: “por favor, colabórenme o si no me llevan para el monte”.
La familia no cedió a la extorsión y denunció a la línea 165 del Gaula. Allí empezaron los operativos que incluyeron un plan candado, drones y otros sistemas tecnológicos.
El trabajo de inteligencia los llevó hasta un paradero en el sur de Bogotá donde hallaron un vehículo que había abandonado un integrante de la banda. En el carro encontraron pistas clave para llegar a la casa en la que tenían secuestrado al arquitecto.
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Justo antes de llegar, los criminales sacaron a su víctima en un taxi y la dejaron abandonada en un potrero de la zona.
El general Óscar Gómez, comandante de la Policía de Bogotá, detalló que se interceptaron líneas de los secuestradores y se les oía decir que estaban acorralados por las autoridades, lo que prácticamente los obligó a liberar al padre de familia que tenían retenido.
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Finalmente, el operativo concretado en tiempo récord los llevó a la casa del jefe de la banda, donde hallaron las armas con las que aterrorizaban a su víctima en los videos que enviados como pruebas de supervivencia.
La denuncia permitió la liberación del arquitecto y la captura de seis integrantes de la banda.
Un caso similar ocurrió en Tocancipá. Así lo registró el Ojo de la Noche:
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