Aunque el arzobispo de Popayán dijo que estas comunidades han perdido la confianza en el Gobierno, sostuvo que hay “signos de esperanza”.
Desde Popayán y Cali, fieles y representantes de la Iglesia católica viajaron hasta Tacueyó para apoyar a las comunidades indígenas, afectadas por hechos violentos registrados en la última semana, entre ellos la masacre de 5 de sus miembros en este corregimiento del norte del Cauca.
“Fue una experiencia muy interesante de acercamiento, de lo que el papa Francisco llama la cultura del encuentro, encontrarnos con los indígenas, los campesinos, escucharlos, orar en el sitio de los acontecimientos”, dijo monseñor Luis José Rueda, arzobispo de Popayán.
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Precisamente, esas oraciones tuvieron lugar donde fue asesinada la gobernadora indígena Cristina Bautista y luego se emprendió una caminata por las carreteras para decir que “aquí está la vida caminando por el Cauca” y no la muerte.
“Hicimos la campaña con el aplauso de un minuto a las 12 del día. Luego, fuimos al pueblo y celebramos la Eucaristía. Es motivo de gratitud con monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali, con todo el clero, religiosas, campesinos, laicos, que caminamos expresando que el Cauca está acompañado”, anotó monseñor Rueda.
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No obstante, el arzobispo de Popayán aseguró que en la zona hay tristeza, preocupación y angustia, porque “saben que la vida está amenazada, está herida y que ellos están perseguidos”, además de que la erradicación de los cultivos ilícitos les trae problemas.
“Creo que por ahí tiene que pasar la solución, por erradicar de la mente, del corazón, de la cultura, estos cultivos y hacer una economía que sea justa, de todos, un desarrollo social. Hay unos temas de fondo, estructurales, que es necesario abordarlos para que el Cauca pueda tener paz”, indicó.
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“Quieren que el Gobierno nacional y departamental, y todos los ente nacionales, acompañen de una manera más directa, más efectiva, a estas comunidades. Y nosotros, como iglesia, lo que queremos es anunciar que nada nos puede separar del amor de Dios”, dijo.
Y aunque aseguró que se debe ser pregonero de esperanza, incluso en medio del dolor, sostuvo que las comunidades han perdido la confianza en el Gobierno nacional y ha habido un distanciamiento.
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“Cuando se terminaron los diálogos de La Habana, en todo el país se respiró como un aire de esperanza, dijimos: ‘Vamos a pasar la página de la violencia’. Pero parece que esa paz duró poco, ha sido frágil y sigue estando amenazada”, afirmó monseñor, al enfatizar que “no solo depende del Estado y las Fuerzas Militares, sino de todos los ciudadanos”.
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“Digo que son signos de esperanza, de todas maneras, esos anuncios. No solamente anuncian un trabajo social, sino también un compromiso más directo. Pero debemos estar todos construyendo, no buscando barreras, para alcanzar el bien común”, concluyó.
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La peregrinación para acompañar a las comunidades indígenas del Cauca se llevó a cabo el pasado lunes 4 de noviembre de 2019.
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