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“La guerrilla les ponía un límite”: denuncian tala indiscriminada tras desmovilización de las FARC

Este grupo armado se encargaba de controlar cuánto se le podía arrancar a la selva en el Guaviare. Ahora ha crecido la deforestación.

Aunque la mayor parte de este flagelo es causado por los grupos ilegales, la ganadería y el abandono estatal también afectan.

En Guaviare un campesino que durante toda su vida recorrió cada rincón del Guaviare, ve hoy con tristeza la cruda realidad y habla de aquellas épocas en las que su tierra tenía abundantes bosques: “tenemos ya terrenos que son completamente áridos, cuando eran rastrojos buenos aprovechables ahora son totalmente desérticos, que ya usted ve y es tierra roja, que no puede usted utilizar”, recuerda Hermides Moreno.

En lugares como la vereda El Tigre, de San José del Guaviare, pueden haber más de 50 hectáreas de bosque totalmente deforestadas.

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Y es que el Guaviare es uno de los departamentos más golpeados por la tala de árboles. Solo en los últimos tres meses se han deforestado 365 hectáreas, un aumento del 4%. Pero no solo allí la situación es grave, en el Caquetá, por ejemplo, se pasó de tener 24.000 mil a 32.000 hectáreas deforestadas y en el Meta de 9.000 se pasó a 10.200 hectáreas.

Para los habitantes de estas regiones la situación está relacionada con la ausencia de Estado en estas zonas, lo que no permite controlar la actividad de los depredadores ambientales.

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"Bien o mal, los campesinos dicen que la guerrilla sí les ponía como un límite, qué podían deforestar y anualmente cuánto podían tumbar. Ahora, después que se firmó el acuerdo de paz, que no están esos actores armados, la gente tumba y no hay a quién pedirle ese permiso”, reconoce Wilman Moreno, delegado de asuntos agrarios de la Defensoría.

Durante 50 años de conflicto, en estos sitios las FARC impusieron una ley del miedo que los campesinos obedecían por temor.

Recuerda Stiven Beltrán, campesino del Guaviare, que "si usted iba a tumbar una hectárea o cincuenta, ellos no dejaban tumbar tanto para que no haya tanta destrucción de árboles ni nada, a ellos sí se les hacía caso porque lo que decían les cumplían".

Pero a la falta de autoridad se suman otros factores que impulsan la deforestación: uno de ellos es el de los cultivos ilícitos que han tenido presencia en esta región y el otro el de los cambios de modelos productivos, algunos de ellos surgidos como alternativas a cultivos de coca.

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Los resultados económicos de esas nuevas siembras también se convierten en otra amenaza. En estas regiones ya se habla de regresar a los cultivos de coca en los sitios deforestados, porque los otros productos no tienen las ganancias que esperaban.

Las dificultades económicas se suman a la problemática de bandas criminales que han llegado a la zona y que comienzan a presionar a los campesinos que abandonaron los cultivos ilícitos para que vuelvan a ellos, con las implicaciones que eso trae para los bosques y selvas.

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La deforestación, pero sobre todo su causa asociada a las bandas criminales, no es un hecho nuevo para el Gobierno. Recientemente, un informe del Ministerio de Ambiente señaló que el 70% de esta tala indiscriminada es ocasionado por estos grupos que están tras el negocio de la coca.

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