Catalina Zárate lleva 15 años vendiéndoles cafecito a conductores y peatones noctámbulos, tiempo en el cual ha tenido que sobrepasar muchos peligros.
“El primer día que empecé a trabajar en esto fue bastante duro, pues tenía 15 años. Era pararme frente al mundo y mirar muchas cosas, ladrones y cómo vendían vicio, trabajar en medio de prostíbulos. Para mí fue muy triste, pero, a pesar de lo que me rodeaba, siempre supe qué fue lo bueno y qué fue lo malo, y nunca me dejé llevar por cosas malas”, relata.
Incluso, un accidente puso en jaque su vida.
“Hace dos años, trabajando en esto, tuve un accidente en la 50 con Primero de Mayo. Desafortunadamente, a las 3:30 a.m., un chico en estado de embriaguez, en una camioneta, se subió al andén y me atropelló. El accidente fue bastante grave”, recuerda.
Después de recuperarse, volvió a lo suyo y con un negocio propio.
“Quiero lograr lo de la casa para poderles brindar a mis hijos una mejor estabilidad”, dice.
Esta joven, de Honda, Tolima, recibió el Año Nuevo trabajando. Vendió más de 300 tintos y le llegó, además, una mascota inesperada: un perrito que se convertirá en el guardián de su negocio.