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La guerra subacuática de un grupo de mujeres buzos de la Policía contra el tráfico de drogas

Estas mujeres buzos son las encargadas de verificar que los buques que llegan a los diferentes puertos del país no estén contaminados con estupefacientes.

En Santa Marta, Noticias Caracol acompañó a unas de las mujeres más importantes de la Policía en la lucha contra el narcotráfico. Se trata de un grupo de buzos que con su pericia detectan los cargamentos de droga adheridos a los cascos de los buques.

Una situación en particular provocó el desespero de los policías, pues se debe a que dos de sus compañeras se les está acabando el oxígeno en medio de la profundidad del mar, donde encontraron pegado a un buque un enorme paquete, al parecer, repleto de cocaína.

Ellas también pueden ser objetivo de los narcobuzos que buscarán recuperar la droga. En medio de la zozobra, en las profundas aguas, las mujeres buzo, como pueden, desprenden e incautan el alijo y lo llevan a la superficie.

Por fin aparece el lanchero y el supervisor del puerto, rescatan a todos con vida y suben el cargamento a la embarcación. Los policías explican que nadie más los podía ayudar ante la falta de autorización para el ingreso de otra lancha a ese lugar.

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En otro buque en el puerto de Santa Marta, durante una inspección, también encontraron un gigantesco imán repleto de droga cubierto con arena y desechos del mar.

“El elemento estaba a un lado de la motonave, aproximadamente a 5 metros del buque, a espera de que finalizáramos inspección para poderlo adherir ir al mismo”, declaró la patrullera Adriana David, buzo e inspectora de la Policía.

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La técnica en la profundidad del mar, explica la uniformada, es mover una palanca que activa los flotadores para que suban el imán y quede pegado en la parte más baja del buque, método descubierto por estas mujeres que se enfrentan a todo tipo de riesgos en el agua.

“Encontrarnos con un narcotraficante abajo, algún buzo que se encuentre realizando algún tipo de contaminación a una embarcación. Puede pasar un enfrentamiento o una lucha entre las partes por tratar de ellos subir y nosotros de capturarlos. Nosotros vamos equipados igualmente con cuchillos, con arpones para salvaguardar la vida de nosotros”, explicó la subintendente Claudia Millán, buzo de la Policía Antinarcóticos.

Una preparación, que asegura la subintendente Millán, recibieron de un grupo especial de la Policía.

“Recibimos una capacitación por los comandos copes, los cuales nos instruyen en las diferentes inspecciones subacuáticas, cómo controlar la respiración, los diferentes estilos de buceo que se utilizan, cómo cuidar nuestra salud frente a esta actividad”, agregó la subintendente Millán.

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Para eso, la preparación física es exigente.

“Nosotros regularmente hacemos inmersiones de 65 pies de 70 pies, buceos profundos. El cuerpo a esta profundidad tiene cambios drásticos, ya que se comprime la respiración y la expansión de los órganos son muy reducidas”, indicó la policía antinarcóticos.

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El descanso es vital para la misión diaria de estas mujeres. Su jornada arranca encomendándose a Dios, se arreglan, se maquillan y salen rumbo al centro de operaciones antinarcóticos, allí su comandante las recibe con una nueva misión.

La misión puede ser crítica porque una embarcación podría estar contaminada con droga, por eso recomiendan una inspección minuciosa. Ellas se alistan, salen hacia el barco objetivo, suben a la enorme embarcación y diligencian los protocolos de inspección con el capitán de la motonave.

El recorrido lo inician en el primer piso del barco, pegan carteles de alerta en las máquinas, indicando que deben estar apagadas durante la inspección.

Tras verificar las máquinas en los casi cinco pisos del buque, con los brazos hacen una equis confirmando que las máquinas y motores que están en el agua fueron apagados, pues si alguno quedara encendido podría succionar a las policías durante la revisión subacuática.

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Cinco supervisores, varios de ellos policías, garantizarán en la embarcación que nadie prenda esos motores, mientras tanto las uniformadas abandonan el buque y realizan el último protocolo.

Proceden a ponerse sus equipos, pero antes del lanzarse al agua, se dan la bendición. Mientras ellas desaparecen de la superficie, alguna de sus compañeras están atentos de ellas desde el borde del puerto.

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A varios metros de profundidad, con un arpón en sus manos como arma de defensa, ellas revisan milimétricamente todo el buque, especialmente los sitios con rejillas donde pueden ocultar la droga o esconderse los narcobuzos.

Casi una hora dura la inspección de las mujeres buzo. Sin embargo, las burbujas son la señal de que ellas terminaron y están saliendo sin contratiempos.

“En nuestra dirección antinarcóticos contamos con 500 aguerridas y valientes mujeres que desarrollan diferentes actividades en el campo administrativo, como en el operativo”, señaló el coronel Édgar Cárdenas, director de la Policía Antinarcóticos.

En el caso de la patrullera Adriana David y la subteniente Claudia Millán aseguran que a diario buscan salir del agua con vida para volver a ver a los seres que más aman.

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