El general Óscar Naranjo, quien fue clave para la caída del capo, lanzó el libro ‘El derrumbe de Pablo Escobar’.
Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol, dialogó con él sobre la labor de inteligencia para cercar al peligroso narcotraficante, y cómo incluso se transformó en un supuesto vendedor para interceptar las conversaciones que llevaron a localizar y matar al criminal.
¿Cómo se le hacía inteligencia a Pablo Escobar, a una organización tan temible y estructurada como era la del Cartel de Medellín?
General (r) Óscar Naranjo: La primera tarea era romper esa burbuja que Escobar había creado impenetrable a partir de fuerza. Pablo Escobar era implacable con sus subalternos, llegaba a desconfiar y asesinaba a sus subalternos y por lo tanto parecía una entidad monolítica, con mando vertical, donde todo estaba en función de él. Romper esas lealtades era crítico y significaba administrar fuentes humanas, pero al final fue claro que las fuentes humanas no bastaban y el desenlace final es inteligencia electrónica como está contado en el libro.
¿Qué permitían esos equipos?
General (r) Óscar Naranjo: Identificar el lugar donde se emitían señales de radio. Son trianguladores, que triangulan la señal del emisor frente al receptor y dan la localización. Había sido muy difícil en todo el tiempo tener la X exacta y el capitán Martínez lo logra en Medellín.
¿En esos meses qué tan cerca estuvieron de Escobar?
General (r) Óscar Naranjo: Francamente en octubre del año en que él, muere, meses antes, él se fuga de una zona cercana a Medellín, de Aguas Frías,
y él relata, y está en el libro, una carta que envía a su hijo contando las peripecias que tuvo que hacer para evadir el cerco, el ametrallamiento de los helicópteros en una zona suburbana de Medellín fue el último gran escape de Pablo Escobar.
A usted le tocó abrir una oficina en residencias Tequendama con un nombre ficticio, con un maletín y dejó de ser policía para convertirse en vendedor, ¿cómo fue eso?
General (r) Óscar Naranjo: Decidimos montar una operación encubierta en residencias Tequendama, eso comienza por tener una oficina de fachada, en este caso la fachada era que aparecíamos como vendedores de equipos técnicos de comunicaciones; mi nombre para esa época era Francisco Andrés Rodríguez, y me conocían en ese sector de residencias Tequendama como don Andrés, yo procuraba no hablar con nadie, la verdad fue una época de sacrificio, pero mucho más sacrificada para el analista de inteligencia, la coronel María Emma Caro que vivió todos esos meses en esa habitación y no salía de allí
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Teníamos tres fuentes de información: el gobierno había abierto líneas gratuitas para dar información. Llegaban cientos de llamadas en el día a día que había que procesar por la recompensa, y había un apartado aéreo donde llegaban infinidad de cartas, no había internet, eran cartas que había que procesar y las llevábamos a una matriz para identificar territorialmente la ubicación, identificar al emisor de esa carta -que normalmente era anónimo- y algunas cosas de esas resultaban ciertas y otras no. Debo decir a estas alturas que lo que más nos ayudó fue el ejército de informantes que Pablo direccionó para que nos dieran información falsa. Cuando ya tuvimos certeza de que había información falsa, que situaban a Pablo Escobar en la costa, o en Brasil, o en Panamá, cerrábamos esos bloques y sabíamos que no estaba allí, sino mucho más cerca.
¿Cómo descubrían que era información para despistar?
General (r) Óscar Naranjo: Porque en un día aparecían disímiles informaciones, a Pablo en un día lo localizaban en Brasil, Panamá, Bogotá o en Armenia. Y la verdad, el lenguaje con que eran escritas las cartas tenían similitudes, era un trabajo típico de análisis.
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El cerco se le empieza a cerrar a Pablo Escobar y los lleva a descubrir qué pensaba, qué le dolía y qué le preocupaba a Escobar.
General (r) Óscar Naranjo: La verdad es que el golpe al final, desde el punto de vista del debilitamiento armado de Escobar, corre por cuenta de dos grandes operaciones del Bloque de Búsqueda: la baja de un individuo que se llamaba El Chopo, el jefe del ala militar, y el otro golpe fue al Angelito, el emisario más cercano entre la familia y Escobar en los días finales.
Ahí empiezan a romper los canales de comunicación de Escobar, lo hacen más vulnerable.
General (r) Óscar Naranjo: Claro. El episodio concreto del Angelito es que un vehículo de él, un pequeño Renault 4, debajo de una casetera tenía enmascarado un radio de comunicaciones con las frecuencias secretas de Pablo Escobar.
En su libro dice: "Lo que hacíamos era descender a la mente profunda del criminal para tratar de anticipar sus decisiones y conocer sus debilidades y preocupaciones".
General (r) Óscar Naranjo: Creo que una de las mentes criminales más complejas que ha padecido el país es la mente criminal y perversa de Pablo Escobar. Su comportamiento a lo largo de esta historia se va viendo como varía en función del desgaste final. Escobar siempre fue calculador, racional, frío en sus decisiones y radical. Y ya al final empieza a romper reglas, a hablar por teléfono más de lo que toca, a reaccionar de manera muy irracional y muy irascible, y eso hablaba ya de un Escobar que se sentía derrotado. Cuando Escobar empezó a romper esa línea de conducta del calculador puro, yo dije ‘llegó la hora final de Escobar’.
¿Dónde estaba el día de la muerte de Pablo Escobar?
General (r) Óscar Naranjo: Estábamos en residencias Tequendama, en el libro se cuenta cómo la familia de Escobar luego del viaje frustrado a Alemania, la alojamos en una suite arriba de la oficina a un piso, suite que habíamos preparado con todos los equipos de inteligencia para escuchar en tiempo real conversaciones telefónicas y no telefónicas que se daban en ese ambiente, estábamos transmitiéndola a través de la coronel María Emma Caro al capitán Martínez, que se iniciaban las comunicaciones, que Pablo Escobar estaba hablando con su hijo, mientras él movía sus equipos ubicando el lugar.
En el momento de la famosa llamada que Escobar le hace a su hijo y que termina diciendo ‘voy a colgar porque estoy escuchando ruidos raros’, ¿usted estaba en el piso de abajo cuando el hijo estaba en el piso de arriba hablando con Escobar?
General (r) Óscar Naranjo: Estaba escuchando y transmitiendo en tiempo real esa conversación en Medellín.
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¿Qué piensa uno en ese momento?
General (r) Óscar Naranjo: Lo que pensaba era que ojalá el fin de Pablo Escobar fuera el resultado de una operación limpia, nítida de inteligencia electrónica como lo fue, y no de una fuente humana con intereses perversos para eliminar a un enemigo.
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