Llegó a Barranquilla Jaime Saade
, condenado por la muerte de Nancy Mestre. El ciudadano, que se había fugado a Brasil tras cometer el crimen, arribó a la capital del Atlántico hacia las 6:15 p. m. de este jueves, 11 de abril de 2024, en el vuelo 9528.
Un juez ordenó el traslado de Jaime Saade a la penitenciaría El Bosque, ubicada en el suroccidente de Barranquilla. Se está a la espera para conocer cuándo será recluido en ese penal.
El hombre fue extraditado en la mañana desde Brasil e inicialmente llegó a Bogotá, desde donde fue enviado a la capital del Atlántico en un vuelo comercial y debidamente custodiado.
La vida que llevaba Jaime Saade en Brasil
Durante casi 30 años, el dolor por el homicidio de su hija Nancy Mestre fue el motor que llevó a Martín Mestre a luchar para hallar al culpable de su crimen. La joven fue abusada sexualmente y herida con arma de fuego el primero de enero de 1994. La Nena Arrázola , del programa Los Informantes, escuchó el dolor de este padre y conoció cómo era la vida de Jaime Saade antes de la extradición a Colombia.
Saade desapareció sin dejar rastro y Mestre dedicó su vida entera a encontrarlo. Movió cielo, mar y tierra y también a la Policía y a la Interpol. Así pasó de ser un papá sencillo a un investigador privado con sed de justicia al punto de ubicarlo.
Martín Mestre descubrió una pista que los llevó a Saade: su hermano vivía en Brasil, era oncólogo en Belo Horizonte. De esta manera se descubrieron poco a poco detalles de la doble vida que llevaba Jaime Saade, quien ya no se llamaba así, sino Henrique Dos Santos Abdala, tenía 60 años y estaba casado.
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“El hermano estaba en Brasil y el resto se le facilitaba porque el hermano lo atendía”, relató Martín Mestre a Los Informantes.
Junto con oficiales de la Policía, al padre de Nancy Mestre se le ocurrió contactar a Saade por redes sociales. “Tuve mucha ayuda de las autoridades, junto con un experto en contrainteligencia identificamos cuatro personas en la familia, personas ficticias, dos con nombres árabes y dos con nombres de amigos así para que diera confianza y todo el tiempo estuvieron en las redes sociales charlando”.
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Ese fue el principio del fin de Saade. Cayó en la trampa virtual de los agentes de inteligencia. Sin embargo, sus huellas dactilares fueron las que finalmente lo delataron.
“Y en una heladería, cafetería, dejó un vaso puesto y como las películas, lo metieron en una bolsa plástica y ya comprobaron las huellas dactilares y era ese. El 28 de enero me llaman: ‘Ya lo hemos capturado, que fue lo que yo también conté ese día’”, relató a Los Informantes Martin Mestre.