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Ituango, de éxodo en éxodo y a merced de los violentos por abandono del Estado

Es una crisis humanitaria de grandes proporciones: más de 4 mil campesinos de 31 veredas son víctimas del destierro y que se extiende a municipios vecinos como Pequé.

Ituango vive de éxodo en éxodo. Los violentos someten a los campesinos a un constante ir y venir dependiendo del control sobre sus tierras y de su reacomodamiento armado.

Cuantas veces más, más resistimos y nos fortalecemos, así responden los ituanguinos, con dignidad, mientras soportan los coletazos de los violentos, que los obligaron nuevamente al desplazamiento.

“Nos tocó dejar los animales por allá, las gallinas, los pavos, pollos pequeños, cerdos por ahí”, dice un campesino desplazado.

La orden de desplazarse por segunda vez en este año llego en forma de mensaje de voz a los celulares de los presidentes de las juntas de acción comunal y se regó como pólvora por las veredas y el pueblo.

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Hágame el favor y se cuadra con el presidente y usted listo para que me les pase esta ordencita”, fue el aviso del comandante de las disidencias de las FARC, alias ‘Camilo’, quien además hace seguimiento a las comunidades desplazadas, envía instrucciones diarias y también va a decidir cuándo deben retornar bajo amenaza.

“Estaremos dando otra orden a ver cuándo toman retornos, que si siguen así voy a mandar cerrar el pueblo, listo”, fue el otro mensaje de alias ‘Camilo’.

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Ahí hay un corredor estratégico muy importante, está el tema de cultivos de uso ilícito, el tema de minería, platino, oro, plata, el tema para el paso de la droga y todo eso y hay una disputa abierta entre disidencias 18 y posiblemente el 36 contra las Autodefensas Gaitanistas”, explica Fernando Quijano, analista en seguridad.
Para el analista en conflicto, la estrategia de seguridad no está funcionando.

“Eso allá se lo tomaron los criminales. Aquí es donde podemos decir arrinconan al Estado, a la institucionalidad y en medio de ese arrinconamiento a la institucionalidad está arrinconada la comunidad”, dice.

Es el mayor desplazamiento forzado que registra Antioquia, son más de 4 mil campesinos de 31 veredas que están soportando este destierro y que se está extendiendo a municipios vecinos como Pequé. Muchos de ellos son los mismos rostros que en febrero ocuparon los mismos puestos de las chivas, obligados a retornar a sus parcelas.

“A la gente la hicieron poner en un estado de zozobra que se regresó sin garantías reales. Hoy estamos en un desplazamiento que podría decirse que es la continuidad del de febrero que estuvo suspendido un tiempo”, señala Quijano.

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Este desplazamiento llegó anunciado con el peor de los infortunios, un vendaval que se llevó por delante casas, techos, destruyó la carretera principal, y terminó de borrar las carreteras terciarias que precariamente comunicaban algunas veredas obligando a los campesinos a salir en largas jornadas a pie limpio.

La comunidad insiste en pedir una asistencia aérea inmediata y frecuente pare evitar que escaseen los víveres.

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“No tenemos gas natural, no tenemos gas de pipetas o sea que no hay modo de consumir los alimentos y adicional a eso tampoco tenemos combustible, ya las bombas están desabastecidas y el poco combustible que está lo debemos priorizar principalmente en la maquinaria para abrir la vía”, dice Stivenson Arenas, comerciante de Ituango.

Los ituanguinos aprendieron a resistir, y es que no hay ninguno de ellos que no haya sido tocado por la violencia, por el desplazamiento y el abandono del Estado.

“Es un pueblo muy cercano, muy solidario, muy noble, entonces allá todos padecemos el mismo dolor”, dice Isabel Cristina Palacio, activista de Ituango.

Palacio es una joven de 28 años que vivió hasta los 17 en el pueblo. Su familia ha pasado por todos los tipos de violencia. En Ituango están sus padres, y hoy está haciendo desde Medellín hasta lo imposible por ayudarlos.

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“Hice un live en mis redes sociales y le conté a la gente lo que quería hacer, porque lo quería hacer y se fueron uniendo y al día de hoy hemos recaudado alrededor de 20 millones de pesos que se están invirtiendo en ayudas en el municipio, mi padre es el encargado de entregar como todas las cosas, verificar que las ayudas lleguen a la gente”, cuenta.

Sin vías de acceso y una comunicación precaria, Isabel y don Luis han movido cielo y tierra para generar su propio puente humanitario.

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Ella, que es antropóloga, explica qué puede sacar a Ituango del éxodo eterno.

“La presencia del Estado, es un Estado ausente que durante décadas ha utilizado a Ituango solo como plataforma política, solo para vender un megaproyecto al mundo, solo para mostrar unas cosas y hacerse ciego para otras, entonces necesitamos una presencia de un Estado, que no ha estado”, subraya.

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