Con una máquina perforadora, ingenieros militares llegan hasta los lugares más apartados de Colombia buscando agua. Una vez en la zona, los días de trabajo son intensos y requieren de mucha paciencia y cuidado para que el terreno no colapse o el pozo que pretenden perforar no se cierre.
Los soldados tienen todo calculado para llegar a su momento de gloria: que el agua empiece a salir. Es ahí cuando el objetivo planeado en la perforación de la tierra aflora como una gran fuente natural y el líquido fluye donde desde hace años era impensable tenerlo.
"Es una satisfacción muy grande porque llegamos a sitios remotos o a sitios donde las personas sufren por agua. Son partes que no cuentan con esa bendición de tener un suministro de agua constante", asegura el sargento viceprimero Fabián Aragón.
Y es que, para los ingenieros militares, alcanzar las profundidades propuestas es difícil. Los terrenos son secos, arenosos y muy contaminados, pero la meta es clara: sacar agua y potabilizarla para quienes más lo necesitan.
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Preparar las máquinas y el taladro con el que se perfora la tierra es el primer paso, pues de eso depende que el trabajo en equipo funcione, el de ellos, la máquina y el suelo. Sin un buen terreno, llegar a la profundidad planeada a veces resulta imposible.
"Porque es que no rinde, no tiene un avance como uno quisiera. Otras situaciones que se presentan mucho es que lógicamente la maquinaria empieza a fallar, pero todo eso se sortea con el fin de lograr y cumplir el objetivo que es sacar agua de ese suelo", relata el sargento Aragón.
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Pero no todo es dicha y a veces la frustración aparece porque el terreno definitivamente no es el adecuado y, a pesar de intentarlo, dice el sargento Fabián, volver a empezar es la única opción.
Describe justo una situación en el departamento del Meta cuando después de haber perforado un año, al final, el agua nunca salió.
"Inicialmente, íbamos por un pozo de 110 metros. Cuando perforamos los 110 metros, nos salió seco, sin nada de agua. Nos tocó hacer varios trabajos y nos tocó perforar 260 metros. Cuando terminamos los 260 y cuando estábamos en la etapa final, el pozo colapsó. El pozo se cerró y se perdió todo el trabajo", narra el suboficial.
Este año ya se han hecho cinco perforaciones de pozos exitosas en Putumayo, Caucasia, Guaviare, Puerto Berrío y la Macarena. Eso sí, después de encontrar el agua, hay que potabilizarla y es ahí cuando los ingenieros empiezan a instalar un sistema de tubería que limpie el agua para que, al final, salga transparente.
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"No existe palabra para expresar la satisfacción que tenemos como Ejército cuando llegamos a estos lugares apartados y desarrollamos estos proyectos de perforación para extraer el agua potable, porque le estamos mejorando la calidad de vida a nuestros ciudadanos", cuenta el coronel Luis Eduardo Vargas, comandante del Batallón de Ingenieros.
Con estos trabajos son más de dos millones las personas beneficiadas en diferentes zonas del país.
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